1. Mis odiosas hijastras (1)


    Fecha: 09/02/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... encuentran acá, a salvo.
    
    —No te preocupes, sabemos cuidarnos solas —respondió ella.
    
    —Eso no lo dudo. Pero tu mamá me pidió que me asegurara de que todo marche bien en la casa mientras ella no está, y no pienso fallarle.
    
    Valentina esbozó una sonrisa cargada de ironía.
    
    —Entonces lo hacés solo para quedar bien con mamá. Pésimo servicio señor padrastro —se burló.
    
    La dejé sola con sus tonterías. Cuando comenzaba con ese tipo de humor, luego la cosa se desviaba a algo más agresivo, y yo no estaba de humor para aguantarla. Subí hasta el cuarto de Agos. Golpeé la puerta, pero no fui atendido por nadie. Después fui al de Sami.
    
    —Creo que está en lo de Mili —dijo, gritando para que la voz atravesara la puerta, pues no se había molestado en levantarse a abrirla, ni en decirme que pasara.
    
    Sami era la única de las tres que mostraba cierta simpatía por mí. Pero era bastante haragana y cerrada, cosa que por momentos me hacía exasperar. Supuse que si Agostina estaba en la casa de su amiga seguramente estaría bien resguardada. Lo peor de la tormenta duraría un par de horas a lo sumo —o eso creía—. Aún así le mandé un mensaje diciéndole que si necesitaba que le pida un taxi me avisara y yo se lo mandaba. Pero no solo no se molestó en contestarme, sino que me dejó el visto, para que quedase claro que había decidido ignorarme.
    
    Salí al patio de afuera, refugiándome bajo un techo de chapa que teníamos en el fondo. En ese momento se largó la lluvia con toda la furia ...
    ... del cielo. entonces vi que Rita, la mascota de la casa, salía corriendo hasta el otro extremo del patio. Esa perrita tonta siempre sintió aversión por el agua, incluso resultaba muy difícil bañarla, pero la alarma que despertó en ella los truenos fue más fuerte. Se plantó frente a la pared medianera, y mirando hacia arriba empezó a ladrar como una desquiciada, con más rabia que cuando les ladraba a los gatos que andaban merodeando por los tejados de las casas vecinas.
    
    —¡Rita! —escuché gritar a mis espaldas.
    
    Valentina salía disparada hacia el encuentro de su mascota. Atravesó el patio corriendo. Sus piernas musculosas se movían ágiles por el pasto mojado. Agarró a Rita, quien no dejó de estirar el cogote hacia el cielo para ladrarle a los relámpagos. La abrazó a la altura de su abdomen, protegiéndola de la lluvia, y regresó corriendo. Sin embargo, esos pocos segundos que se había tomado para hacer esa carrera de ida y vuelta, bastaron para que mi hijastra se empapara por completo. Su cabello y ropas chorreaban agua. La remera blanca comenzaba a tornarse transparente. Entonces me di cuenta de algo: no estaba usando corpiño. Los pezones estaban duros por el frío, y se marcaban en la remera de tal manera, que parecían a punto de atravesar la tela. Además, a través de la prenda empapada, pude ver los senos, ya no solo sus formas, sino el color de la piel desnuda.
    
    —Tenela un rato. Voy a buscar algo para secarla, sino, va a entrar así a la casa —dijo, entregándome a la ...
«12...789...13»