Enseñando a mi sumiso a comer pollas
Fecha: 10/02/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos
Sé que otras Amas, en tu vida pasada (esa que ocurrió antes de pertenecerme y que ni siquiera deseas mencionar) te ordenaron comer pollas a sus sumisos o a algunos juguetes en alguna sesión grupal en la que participaste hace bastante tiempo.
Pero hoy es el primer día que YO voy a ordenarte comerte una polla para mí. No lo sabes, y eso me excita aún más. Crees que esta noche haremos una de esas cenas de jamón, queso, vino y BDSM que tanto nos gustan los viernes. Pero esta noche no será exactamente como otras. Esta noche no estaremos solos. Tengo una sorpresita para ti (o unas cuantas más bien).
Era un viernes de invierno. Uno de esos días desapacibles de viento, lluvia y frío en Madrid. Como todos los viernes, los dos habíamos teletrabajado por la mañana, habíamos comido juntos en un restaurante japonés que nos encanta, y nos habíamos ido a dar una vuelta por el centro de la ciudad, porque te había dicho que quería comprarme algo de “ropita sexy” que había visto por internet.
Por supuesto, aceptaste la invitación y me acompañaste encantado. Te gusta acompañarme de compras porque, aunque no te gusta el hecho en sí de ir de compras… sabes que siempre tengo alguna sorpresa en los probadores de mis tiendas de referencia. Y aquel viernes no fue una excepción.
Mientras miraba ropa de un perchero a otro, sentía que estabas detrás de mí, como el perrito faldero que eres. Pero te notaba ausente. Aburrido. Quizás ese fue tu primer error esa tarde. Si hubieras estado ...
... atento, te habrías dado cuenta que elegí varios leggings de látex para llevarme al probador. Con un giro de cuello y después de darte un fugaz beso, te dije:
“¿Me acompañas al probador para ver qué tal me sientan estos leggings, mi amor?”.
Sin dudar, sonreíste y nos dirigimos a la zona de probadores. De rodillas me descalzaste y me ayudaste a quitarme las mallas negras. Cuando salieron por mis pies, y aprovechando que estabas de rodillas, agarré tu cabeza con fuerza y la llevé a mi entrepierna diciéndote:
“Huele, puta… Dime, ¿A qué huele tu Dueña?”
Moví mis caderas para hacerte sentir mi coño frotándose con tu nariz y boca, y cuando solté algo la presión, contestaste:
“Huele a gloria, Ama. Este es mi lugar favorito del mundo”.
Te besé y te dije que eras muy tonto, pero me arrancaste una sonrisa y te miré con ojos de amor. Es increíble cómo me pueden dar tantas ganas de humillarte y de abrazarte en la misma décima de segundo. Es parte de nosotros. De nuestra magia. Pero dejé de pensarlo para seguir adelante con mi plan, y te dije que me ayudaras a ponerme los leggings que había elegido.
Me quedaban increíbles. Perfectos de culo, me hacían unas piernas estilizadas y además, a pesar de mi escaso 1,60, también me quedaban perfectos de largo. Estaba contenta, y también me gustó ver la erección que me devolvían tus vaqueros, así que aprovechando la situación, te dije que ya que estabas empalmado, te quitaras los pantalones.
Estoy segura que cuando obedeciste y te ...