El lobo negro y la gata rubia
Fecha: 21/02/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Compartió la comida… Incluso un poco de vino. El vino siempre me afectó mucho… Acabé la cena borracha, hablando mucho y riendo más. Él habla poco, lo justo…
En aquel momento creo que mi mente volvió al burdel. Así empezaba las noches, bebiendo para que fuera más llevadero. Charlando con clientes… Si este hombre fuera mi cliente, no sería de los repulsivos. Es mayor pero lo lleva mucho mejor que otros. Su actividad física le ayuda…
La noche siguió como tenía que seguir… Al rato de acabar la cena comencé a besarlo. Al primer contacto hizo el gesto de escapar… Pero cuando insistí desperté algo en él… Seguramente llevaba años sin estar con mujeres pero los soldados no son inexpertos en el sexo. Unos son puteros, entran espada en mano en los burdeles intentando tener fiesta sin pagar. Otros respetan más a las mujeres pero aprovechan su uniforme, su porte, su supuesta hombría… y la debilidad de las mujeres que encuentran a su paso: viudas, huérfanas, víctimas de la guerra.
Para mi sorpresa, aquel hombre de cuarenta años me abrazó firmemente. En un instante me quitó la camisa, una prenda ya sucia y medio destrozada por mi viaje por el monte, manchada de sangre… ¡¡¡Ahhh!!! Su lengua en mis pezones…
Continuó tiempo chupando mis senos, besando mi cuello… Ningún cliente del burdel hacía eso. Me estaba dando placer a mí…
Continuó besando mi vientre… Me quitó la falda, ¡¡¡Ahhh!!! Me toca la vulva… me toca, jugando a penetrarme, mimando mi clítoris. ¡¡¡Ahhh!!! Sigue mucho ...
... tiempo, me besa los senos al mismo tiempo.
Intento devolverle un poco los favores. Lo ayudo a desnudarse. Lo masturbo con las manos… lo masturbo con la boca… ¡¡¡Ahhh!!! Su miembro erecto es enorme. Chupo, chupo… lentamente… después un poco más rápido. Sigo, sigo… Él me detiene. Está a punto de eyacular…
No se anda con rodeos… Me cabalga… me penetra… ¡¡¡Ahhh!!! Tiene una fuerza descomunal… ¡¡¡Ahhh!!! Nos corremos los dos a la vez, al calor de la hoguera. Nos tumbamos exhaustos, desnudos, resoplando…
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Ese fue otro momento en que todo pudo acabar bien. Pude marcharme sin más… pero no, tenía que cagarla una vez más.
Desperté antes que él… Me vestí y decidí irme. Pero era mejor no irme de vacío. Sabía que en las alforjas tenía comida, tal vez también monedas de oro…
Ensillé al caballo, se dejó. Colgué las alforjas. Intenté montar… Soy buena amazona pero al intentar arrancar, el animal me derribó. Estaba levantándome dolorida cuando oí los ladridos. La bestia estaba a punto de echárseme encima. Me revolví como pude…
Entonces sentí una mano de extraordinaria fuerza sujetándome por el brazo y tumbándome en el suelo.
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No sé exactamente cuántos días nos llevó el camino hasta aquí. Pero para mí fue penoso. De nuevo, caminando con un grillete en el cuello y otro par en las muñecas, atada al caballo. Encadenada a un árbol por las noches. Ahora sólo me da pan duro y agua.
Al fin llegamos a ...