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El lobo negro y la gata rubia
Fecha: 21/02/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... una colina en medio de la niebla. Caminando por un camino que parecía no llevar a ninguna parte, llegamos a una pequeña cabaña. El muro tenía dos hileras de piedra como base pero después estaba formado por gruesos troncos. No mediría más de doce pies de frente y otros diez de fondo pero la parte de atrás se apoyaba en la ladera verde del monte, diríase que se introducía en la montaña. El hombre rebuscó en sus alforjas. Sacó una llave y abrió el gran candado que aseguraba la puerta. ¿Tu casa? -le pregunté, no me había dirigido la palabra en todo el camino. La guarida del lobo -respondió. Eras mi último trabajo de esta temporada… llegará el invierno y hay que refugiarse. Por el otro lado había una especie de tejadillo, como un porche lateral. Ató allí al caballo y entramos. Abrió una ventana… Era una especie de salón con chimenea, el perro se tumbó junto donde se encendería el fuego. A mí me arrastró hasta la puerta del fondo. Iba agotada, caminando forzada, con él agarrándome el brazo y empujándome con su cuerpo. Seguía sujeta por los grilletes aunque tenía los pies libres. Al pasar aquella puerta todo era oscuridad. La casa parecía tener una parte excavada en la montaña. Mi captor encendió un candil y agarró la cadena para llevarme tras él. Aquella habitación parecía su dormitorio, la temperatura era la de una bodega. Al fondo había lo que parecía la entrada a una cueva natural. Por allí me llevó. Sí, era una cueva… una estrecha cueva de paredes de ...
... piedra que serpenteaba haciendo eses con cierta pendiente hacia abajo. Me estaba llevando a las entrañas de la montaña. Creo que caminamos unos veinte pasos cuando llegamos a una especie de estancia circular cubierta por una bóveda de piedra. El ambiente no era malo, temperatura templada y tampoco había demasiada humedad. Sin embargo, no se veía ya la entrada y la oscuridad debía ser total sin una tea o un candil. El hombre me dejó en el centro y me soltó. Ví que se dirigía hacia la pared buscando algo. Al oír el tintineo del hierro supe lo que iba a pasar. Unidos a la pared con argollas, tenía varios grilletes como el que usaba para sujetarme por las noches. Sin mediar palabra me encadenó un tobillo y se fue dejándome en la oscuridad. Al rato volvió y colgó un candil de un clavo en la pared. Me dejó un poco de agua y pan duro como las piedras. Echó un poco de paja en el suelo. Remató el trabajo quitándome las alpargatas. Ya estaban destrozadas de caminar por el monte pero supongo que quería asegurarse de que no podría escapar. Se fue y me dejó sola. ………………………………………………………………………………………………… Siguió sin decir palabra. Venía varias veces al día, me trajo un cubo para los excrementos. Cambiaba el aceite del candil, aun así duraba poco y yo pasaba la mayor parte del tiempo en completa oscuridad. Seguía dándome sólo agua y pan. Mantuve la noción del tiempo un par de días… Cuando ya no sabía si era día o noche, vino él. No traía comida ni aceite de quemar. Quedaba algo ...