1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dedos por el exterior de sus labios. Vi que se mordía el labio inferior y su respiración se aceleraba. Su pecho subía y bajaba acompasado y sus pezones comenzaron a amenazarme. Enseguida su coño estuvo encharcado. Deseaba que la follase, pero decidí que debía esperar. La acaricié igual que a la perra que representaba.
    
    —Buena chica. Vamos a comer.
    
    Sobre la mesa solo había un plato tal y como yo esperaba. Adelantándose a lo que seguramente esperaba, había dejado un plato para ella al lado de la mesa, en el suelo. Pero quería hablar con ella, así que le ordené que lo pusiese sobre la mesa.
    
    —Gracias, amo —contestó animada.
    
    —Antes que nada, dame tu móvil.
    
    —Si, amo —contestó mientras se levantaba para cogerlo.
    
    Examiné los mensajes que le había enviado el cerdo mientras comíamos. Tal y como me había dicho empezó por impacientarse y los últimos eran de amenazas claras que iban desde la agresión física hasta enviarme las fotos a mí. El hijo de puta sabía que Bea los había leído pero no había contestado ninguno. Después revisé las llamadas. Tenía cinco llamadas perdidas de la misma sabandija y un par de mensajes en el buzón de voz del mismo estilo. Perfecto. Le hice un par de preguntas a Bea sobre el despacho y sobre el tipo. Quería saber cuanto poder tenía en la empresa y resultó ser el dueño. Por lo visto estaba casado y tenía un par de hijos aunque ni la mujer ni los hijos habían aparecido nunca por allí y nadie los había visto ni en foto. Ahora iría a por el hijo ...
    ... de puta.
    
    —Ahora necesito estar solo. Recoge la cocina y luego puedes descansar un rato —le ordené a Bea.
    
    Ella contestó como de costumbre y corrió a hacer lo que le había ordenado, obediente. Saqué el móvil y vi que tenía ya dos mensajes del tipo. Eran dos de las fotos que había visto en el teléfono de Bea. En la primera se la veía chupando una polla mientras miraba a cámara con los ojos llorosos y en la segunda se veía que era un selfie hecho contra un espejo mientras el tío parecía darle por detrás, aunque eso me parecía un tanto raro si, tal como decía Bea, era impotente y necesitaba viagra. No había texto ninguno. Decidí empezar la partida.
    
    —Quien eres? —escribí.
    
    —Eso no importa.
    
    —Que pretendes con esas fotos? Dinero?
    
    —No quiero tu puto dinero.
    
    —De donde las has sacado?
    
    —Eso no importa. Te gustan? Tu mujer es muy puta.
    
    —Las he visto mejores. De hecho te voy a enviar una —contesté después de seleccionar una donde se veía perfectamente la jeta del picha floja.
    
    Como me temía se hizo el silencio durante un buen rato. El tío no contaba con eso. Ahora estaría desesperado pensando qué hacer. En ese momento Bea salió de la cocina. Se arrodilló en cuanto cruzó la puerta y se quedó allí, mirándome con cara de preocupación.
    
    —¿Qué sucede? —pregunté sorprendido por su actitud y su gesto.
    
    —¿Puedo preguntar una cosa, amo? —su voz decía que estaba preocupada.
    
    —Dime.
    
    —¿Puedo saber que harás, amo? Tengo miedo.
    
    —¿De qué? —le pregunté sorprendido. ...
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