1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cuando acabé de contarle mis planes.
    
    —Sí, amo —contestó sollozando.
    
    —¿Y ahora por qué lloras? —pregunté sorprendido.
    
    —Porque eres demasiado bueno, amo —sollozó de nuevo.
    
    —No entiendo.
    
    —Tienes todo el derecho a acostarte con esa mujer, amo…
    
    —Corta con lo de amo un rato, que no me entero —la interrumpí.
    
    —Es que no puedo reprocharte que te acostases con esa mujer. Y Don Antonio tampoco. Y sin embargo eres tan bueno que no te quieres aprovechar de tu posición.
    
    —Ella no tiene ninguna culpa. ¿Por qué habría de castigarla por el daño que haya causado su marido? Solo le voy a demostrar con qué hijo de puta está casada.
    
    —Pero ella está dispuesta a pagar el precio que tú has impuesto. Y sin embargo no te quieres aprovechar. Cualquier otro lo haría —contestó sin dejar de llorar.
    
    —Yo no soy cualquier otro —le dije levantando su barbilla para que me mirase a los ojos—. Yo no me aprovecho de las debilidades de los demás —en ese momento pensé que mentía como un bellaco.
    
    —Lo sé. Eres demasiado bueno para mí y sé que no te merezco —reconoció rompiendo a llorar desconsolada.
    
    —Venga. Deja de llorar. A partir de mañana te puedes olvidar de Don Antonio y de la puta que lo parió —dije acariciando su rostro con sincero cariño.
    
    No me apetecía maltratarla más. Yo no era así. Dejé que la tarde transcurriese sin golpes ni maltrato de ningún tipo. Después de cenar vi un rato la televisión y le permití verla desde el suelo, acurrucada junto a mis pies como una ...
    ... perra obediente. Aunque me gustaría sentirla a mi lado, arrebujada contra mi cuerpo, había decidido que sería tratada como una esclava y me obligué a mi mismo a cumplirlo. Pensé que tal vez me había precipitado en mi decisión.
    
    —¿Tienes frío? —le pregunté.
    
    —No, amo —contestó. Su voz, si bien no demostraba alegría, sí que decía que se encontraba bien. Tal vez ella disfrutaba más de la situación al sentirse humillada que yo a pesar de ostentar el poder.
    
    Al día siguiente, después de trabajar, comí algo en una cafetería antes de mi cita con la mujer del hijo de puta. La mujer me había enviado un mensaje con el número de habitación. Llegué a la hora acordada y llamé a la puerta. Enseguida abrió. Me sorprendió su aspecto. Era bastante más joven que su marido, aunque tenía al menos diez años más que yo. Abrió la puerta y me miró como evaluándome. Sin molestarse ni en saludar volvió al interior. Se acercó al mueble bar y sirvió dos copas. Yo entré y cerré la puerta a mi espalda.
    
    La habitación era una suite enorme, todo maderas nobles y alfombras donde se habría perdido un explorador. En un lado había una cama enorme y al contrario habían hecho una pequeña sala de estar con un tresillo y una mesa al lado de un mueble bar muy bien surtido de las mejores bebidas.
    
    Me quedé en medio de la habitación. Había planeado mi discurso pero la contemplación de esa mujer me había trastocado los planes. Me esperaba una mujer mucho mayor y me encontraba ante una mujer muy elegante vestida ...
«12...161718...33»