1. Mereces un castigo


    Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... entretengo más —me despedí dispuesto a irme.
    
    —¿Puedo pedirle un favor? —preguntó con humildad en la voz.
    
    —Si está en mi mano…
    
    —Me gustaría conocer a su esposa —pidió mirándome a lo ojos.
    
    —¿Y eso? ¿Para qué? —estaba sorprendido por la petición.
    
    —Necesito verla. Conocerla. Si a usted no le importa, claro.
    
    —De acuerdo —acepté—. Si así lo desea, no tengo inconveniente.
    
    Ella había llegado en un taxi, así que la llevé en mi coche. Después ella tomaría un taxi de vuelta a su casa. No tardamos en llegar. Abrí el portal y la invité a pasar. Subimos en el ascensor en silencio. Pude sentir su aroma. Era sencillamente embriagador. No entendía como teniendo aquella pedazo hembra en casa, el gilipollas de Don Antonio se fijaba en otras. Aquella era una mujer que colmaría los deseos de cualquier hombre. Llegamos al piso y salí primero del ascensor para abrir la puerta.
    
    Bea estaba arrodillada, tal y como esperaba, en medio del salón. Al descubrir a Amparo no pudo reprimir un grito de pavor mientras intentaba cubrir su desnudez.
    
    —No te molestes —le ordené seco—. Quiero presentarse a Doña Amparo. La esposa de Don Antonio.
    
    Bea se llevó las manos a la boca asustada. Dos lágrimas asomaron a sus ojos muerta de vergüenza al verse ante la mujer de su jefe. Ante la mujer a la que había corneado aunque hubiese sido en contra de su voluntad. Amparo se acercó y la miró con interés.
    
    —Ponte en pie —ordenó. Bea no se movió.
    
    —La señora te ha ordenado algo —amenacé ...
    ... con voz cortante.
    
    Al oír mi voz Bea obedeció levantándose al instante. Se quedó en pie muy quieta, la cabeza hundida y las manos tapando su sexo por vergüenza.
    
    —Las manos en los costados —ordené.
    
    —No es necesario —cortó Amparo con voz suave mientras daba vueltas alrededor de Bea examinándola con interés—. Tienes una hermosa mujer, Nesto.
    
    —Gracias —dije—. Lástima todo lo sucedido.
    
    —Sí —coincidió ella—. Es una lástima. Pero tal vez salga algo bueno de todo esto.
    
    —Dime una cosa, bonita —preguntó mirando a Bea mientras le levantaba la barbilla con un dedo—. ¿Alguna vez mi marido te folló el culo?
    
    —No señora —admitió Bea—. Lo intentó un par de veces pero…
    
    —...Pero el gusanito que tiene entre las piernas no vale para eso. Ni para nada —concluyó Amparo la frase.
    
    —No señora —admitió Bea en voz baja.
    
    —Pues creo que ya sé lo que haremos. Nesto —dijo alegre dirigiéndose a mi—. Quiero que me folles el culo. Quiero que me lo dejes lleno de leche.
    
    —¿Perdón? —pregunté con los ojos como platos. Era la última cosa que esperaba oír.
    
    —Lo que has oído. No creo que aquí tu putita tenga derecho a recriminarnos nada. Nos cobraremos lo que ellos han hecho y quiero enseñarle a Antonio lo que un hombre de verdad puede hacer. A él le encantaría poder follarse un culo, pero con la mierda de colgajo que tiene apenas es capaz de hacerlo por el coño —explicó.
    
    —Pero yo… —no me salían las palabras por la sorpresa.
    
    —¿A ti. te parece bien, putita? —preguntó Amparo a ...
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