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Mereces un castigo
Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... órbitas. Bea tenía los dientes apretados mientras lo follaba con saña cada vez más rápido. Se estaba cobrando el hecho de que aquel hijo de puta hubiese puesto en peligro nuestro matrimonio. Estaba desatada, culeaba al pobre infeliz sin descanso ni tregua mientras el pobre diablo gemía indefenso mordiendo su mordaza sin poder separar sus ojos del brillante sexo de Amparo que seguía subiendo y bajando sobre mi polla para ensartarse hasta el fondo y volver a mostrarle ese tronco de carne que la perforaba hasta lo más hondo. Amparo gemía y gritaba de placer, yo hacía otro tanto al sentir aquel apretado agujero abrazando mi miembro y Bea gritaba como si estuviese experimentando el mayor de los placeres. Tal vez si lo estaba logrando, después de todo. No sé el tiempo exacto que estuvimos bombeando yo el culo de Amparo y Bea el de Antonio, eso da igual. Al cabo de un buen rato yo estaba a punto de reventar. Amparo se había corrido ya un par de veces ayudada por su mano en su clítoris. En realidad parecía el mismo orgasmo alargado o encadenado uno con otro. Finalmente agarré sus caderas y tiré de ella hacia abajo para clavarme lo más profundo posible en ella al tiempo que me descargaba. Ella gritó de placer al sentirse aun más llena mientras se metía tres dedos en la vagina y se pellizcaba el clítoris con la otra mano. Después se derrumbó de espalda sobre mí, agotada. Bea soltó un grito salvaje demostrando que también había acabado. Sus manos estaban sobre la espalda de ...
... Antonio donde había clavado sus uñas hasta hacerle una auténtica carnicería. Estaba desatada. Lo chocante fue el gruñido de Antonio amortiguado por la mordaza. Amparo se levantó liberando mi polla y se subió al sillón dónde nuestra víctima permanecía atada. Le sacó la mordaza y de pie sobre el asiento le dio la espalda a su marido y se inclinó para abrirse las nalgas y pegarlas a la cara de su marido. —Tómate el postre, hijo de puta —su voz ronca demostraba todo su odio y desprecio por aquel guiñapo—. Quiero que te tragues toda la leche que sale de mi culo. ¿Lo ves? Eso es un hombre que me ha sabido follar. Me acaba de regalar más orgasmos esta noche que tú en toda tu miserable vida. —¡Joder! —exclamó Bea mirando al suelo. —¿Qué pasa? —me levanté de un salto asustado pensando que le había desgarrado el culo a Antonio. Amparo preguntó sin moverse qué había pasado. Lo único que le importaba en ese momento era que su marido se tragases toda mi leche directamente de su ojete. —El muy cerdo se ha corrido —dijo Bea admirada. Efectivamente, debajo de su polla un charco de semen evidenciaba que Antonio se había corrido por la follada salvaje de Bea. Amparo se rió sin bajarse todavía del sillón. Apretó la cabeza de su marido contra su culo con más fuerza. —Trágatelo todo cerdito. Que se ve que te gusta, maricona de mierda —ordenó antes de soltar una carcajada malévola. Cuando estuvo satisfecha se bajó del sillón y nos llamó a Bea y a mí. —¿No lo soltamos? ...