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Mereces un castigo
Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... daría algún expediente para archivar o algo así. Pero me mandó sentarme ante la mesa. Yo lo hice y él salió de detrás y se puso delante de mí. Me agarró de los pelos sin decir nada y acercó mi cara a su entrepierna. Yo estaba aterrorizada pero reconozco que me calentó. Entonces se sacó el pene y me obligó a chupárselo. Prácticamente me lo metió en la boca a empujones. —¿Te obligó? —pregunté escéptico. —Sí. Debí negarme. Y quise hacerlo, pero debo reconocer que la situación me excitaba —dijo bajando la voz. —A él casi no se le pone dura —continuó—. Necesita viagra para poder hacer algo, pero no puede usarla por culpa del corazón. Mientras me obligaba a chuparla me sacó una foto con el móvil. Cuando acabó me mandó volver al trabajo. Yo estaba asustada. Y me asusté más cuando me envió la foto. El siguiente mensaje era para decirme que me esperaba al día siguiente en el hotel o te enviaría la foto a ti. —Ya. Por eso cambiaste el pin del teléfono —supuse mientras intentaba procesar la información que estaba recibiendo. —Sí —reconoció ella llorando—. Yo esperaba que se cansase. Pero no fue así. Se convirtió en una rutina diaria. Cada día me hacía un par de fotos y luego me las enviaba para amenazarme. —Quiero ver ese móvil —le ordené con voz ronca. No estaba muy seguro si de verdad quería ver las fotos. Pero necesitaba comprobar lo que decía. Se levantó y cogió su bolso. Sacó el móvil y tras desbloquearlo me lo tendió. Abrí la galería de imágenes y ahí ...
... estaba, en la carpeta de archivos recibidos. Un montón de fotografías en las que aparecía desnuda. En alguna estaba siendo literalmente follada por la boca, en otras se veía de frente con la cara y la boca llena de lefa de su jefe. En varias incluso se llegaba a ver al satisfecho hijo de puta dándole con ganas. Sentí ganas de vomitar. Pero las seleccioné todas y las envié a mi móvil sin pensar. Después tiré el móvil en el sofá. —Por lo que veo tú tampoco te lo pasabas mal —la acusé para humillarla. Ella bajó la voz para contestar, hundido su amor propio, sin dejar de llorar. —Sí —reconoció con un hilo de voz. —¿Te gusta que te humillen? ¿Qué te peguen? —pregunté asombrado. —Sí. Me excita mucho —confesó con voz apagada por la vergüenza. —¿Y por qué nunca me lo dijiste? ¿No te parece que hubiese sido más honesto? Creí que no teníamos secretos entre nosotros —yo me iba calmando y mi mente estaba cada vez más despejada. —Tenía miedo de cómo ibas a reaccionar. Me daba vergüenza. Tú eras… eres —corrigió— tan bueno que temía perderte. Te quiero demasiado y siento mucho haberte fallado. Sé que no merezco tu perdón —las lágrimas volvieron a aflorar a sus ojos, abundantes. Corrían por sus mejillas emborronando el rímel dándole un aspecto grotesco. —Tengo una curiosidad. ¿Para qué te enviaba a ti. las fotos? —Para humillarme más al mostrarme como me follaba y demostrarme que me tenía en sus manos. Siempre me amenazaba con enviártelas si me negaba a sus ...