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Mereces un castigo
Fecha: 26/02/2025, Categorías: Dominación / BDSM Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... caprichos. —Pero en alguna se le reconoce perfectamente. —Dijo que esas antes las editaría para borrar su cara. —Entiendo. Pues creo que ya ha pasado el minuto. De hecho ha pasado más tiempo. Eso arrancó nuevos sollozos por su parte. Reconozco que en ese momento sentí pena por ella. Había ocultado su verdadera personalidad y un hijo de puta la había descubierto por casualidad y había aprovechado eso para convertirla en su puta particular. La tenía totalmente a su merced. Su llanto me partía el alma, pero quería, debía ser inflexible. Antes ella había roto mi corazón y no tenía derecho a que yo me apiadase de ella. Me levanté para marcharme. Ella seguía arrodillada en el suelo, sentada sobre sus talones. En cuanto me levanté se tiró acurrucada en el suelo, llorando sin consuelo después de haber perdido todo, su vida, su dignidad, su futuro. Entré en la cocina para coger una cerveza de la nevera. La abrí y me apoyé en la meseta de la cocina a beber mientras la veía levantarse. Cogió su móvil y entró en el dormitorio para hacer la maleta. Dejó la puerta abierta y pude oír su llanto mientras guardaba su ropa y sus enseres de aseo. Abrí mi móvil y descargué las fotos. Estuve hojeándolas de nuevo y no pude evitar que mi miembro comenzase a ponerse duro. A fin de cuentas eran pornografía pura y dura. Cuando me percaté pensé que no debería ser ese el efecto, pero a fin de cuentas no podemos luchar contra las reacciones de nuestro cuerpo. Acabé la cerveza y volví al ...
... salón. Me senté en un sillón y esperé a que acabase. Cinco minutos después, Bea salió del dormitorio arrastrando un troley con sus cosas. Me miró un instante y al ver mis ojos clavados en ella bajó la mirada. Yo me mantuve en silencio viéndola dirigirse a la puerta. Cogió sus llaves. —Ya no las necesitas —le dije. Las soltó como si quemasen. —Perdón —dijo avergonzada dejándolas de nuevo. Abrió la puerta y se dispuso a salir, pero se quedó parada un instante antes de salir. Se giró hacia mí mirándome con una pena infinita en sus preciosos ojos. —No te imaginas cuánto siento el daño que te he causado. Tú no merecías esto. Me he portado muy mal contigo y sé que no merezco tu perdón. Pero daría mi vida porque solo me comprendieses un poco. Por poder quedarme para intentar reparar el daño que te hice. Si así pudiese reparar el daño que te causé me quitaría la vida por ti. Porqué aunque ahora mismo no lo creas, te amo más que a mi vida. Se quedó mirándome como intentando saber si sus palabras me habían conmovido tan siquiera un poco. Pero mi rostro era una máscara de piedra, aunque por dentro sí me había herido su discurso. Se giró para marcharse definitivamente. —Espera —le ordené. Ella se quedó quieta en el sitio, sin girarse siquiera. Como si esperase un milagro. Si siquiera sé qué fue lo que me empujó a detenerla—. Entra un segundo. —¿Sí? —preguntó con un brillo de esperanza en los ojos. —¿De verdad quieres quedarte? Sabes que no puedo perdonarte. —Lo ...