1. El profe (capítulo 5. Final)


    Fecha: 27/02/2025, Categorías: Hetero Autor: Jcasf, Fuente: CuentoRelatos

    ... todos. Angy regresó a la sombrilla, a tenderse un momento, quedándome solo con Daniela, a la que le comí la boca de un profundo beso. ¿Podía ser la vida más perfecta?
    
    Regresamos y ella se tendió en la arena boca abajo junto a Angy, y siguieron cuchicheando. Yo leí un poco un librito que llevaba conmigo para no interrumpirlas, pero lejos de leer les miraba a ambas el culito, de Daniela no me podía aburrir, pues al estar echada con los pulgares hacia adentro sus gruesas piernas y sus nalgotas quedaban para un poster de mecánico, dignas de una foto. Por su lado Angy, de piel más clara y más delgada emitía sensualidad, su short mojado estaba pegado a la piel, permitiéndome ver esas nalguitas como cola de avispa, delicadas, y en medio imaginar ese ojete al que había llenado hasta decir basta. Mi verga ya estaba hinchada, y a punto de sobresalir de mis pantalones cortos.
    
    Había atardecido un poco, y ellas se levantaron.
    
    —¿Estás lista? —le dijo Angy a Daniela.
    
    —¡Si! ¡lo lograré! —le contestó Danielita, levantando los puños.
    
    —¿Qué cosa? ¿de qué hablan? —les pregunté, con genuina curiosidad.
    
    —Lo siento Profe, ¡Es un secreto! —me contestó Angy, mientras mi pequeña hacía la mueca de llevarse un dedo a los labios y soplar, pero terminó chupándose el dedo, sin dejar de mirarme, haciéndome dar ganar enormes de atragantarla.
    
    —Vamos a ir al departamento —me dijo Danielita, muy coqueta.
    
    —Bien, vamos —les dije, levantándome.
    
    —¡Noo! —me dijeron al unísono.
    
    —Tenemos ...
    ... que hacer algo, cuando lo llamemos viene ¿sí? —sentenció Angy y ambas se marcharon, dejándome con la verga hinchada y desilusionada. Por lo menos podría ver sus colitas moviéndose a los lados mientras avanzaban por la arena.
    
    Me senté y continué con mi lectura, sin realmente poder concentrarme. Miré el mar y a una que otra belleza pasar, pero no podía dejar de pensar qué estarían haciendo sin mí. ¿Estarían teniendo sexo sin mí? ¡Diablos señoritas!
    
    Pasó casi una hora. Ya estaba aburrido con el libro sobre la cara empezando a conciliar un ligero sueño cuando timbró mi celular.
    
    —¡Profe ya venga! —me dijo Angy, y no necesité más.
    
    —¡Allá voy China! —le contesté, colgando.
    
    Caminé rápido, tenía que recorrer la extensión de la arena, luego un pequeño malecón e ingresar a la avenida para bordear un edificio de departamentos y subir al mío, que estaba en el quinto nivel. Llegué en un santiamén, y cuando quise ingresar la llave en la cerradura salió Angy, pidiéndome que me gire, tapándome los ojos con las manos.
    
    —Es una sorpresa, no lo vaya a malograr —me ordenó.
    
    —Bien… bien, guíame.
    
    Sentí que giramos e ingresamos al departamento, al ser más alto que ella se veía forzada a levantar los brazos, por lo que sus pechos se presionaban contra mi espalda, en un tacto exquisito.
    
    —Bien, cierre los ojos y ábralos cuando yo le diga, ¡no haga trampa! —volvió a hablar Angy.
    
    —Okey
    
    Unos pasitos, un poco de sonido y risitas nerviosas.
    
    —¡Bien ábralos!
    
    Abrí los ojos ...