1. Mi odiosa madrastra, capítulo 7


    Fecha: 11/03/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    — ¿Y por qué te sacaste el vestido? —le pregunté a Nadia cuando me senté en la mesa para cenar.
    
    Ahora mi madrastra vestía un pantalón de jean y un suéter blanco. Probablemente era la primera vez que la veía con tanta ropa. Aunque, como sucedía siempre, cualquier prenda que usara no sólo no bastaba para esconder las sinuosidades de ese cuerpo escandaloso, sino que las resaltaban más. Ahora sus turgentes tetas se marcaban en la liviana tela de algodón, y el pantalón azul, de una tela que parecía gruesa y dura, intensificaba el aire escultural de sus piernas y glúteos.
    
    — ¿Decepcionado? —dijo ella—. Es que, después de que me lo pensé mejor, me pareció una tontería usar ese vestido acá adentro. Digo… para el video fue útil, pero ahora ya no tiene sentido.
    
    — Lo que no tiene sentido es que te cambies de ropa a esta hora de la noche —retruqué yo.
    
    No obstante, por un extraño momento sentí una puntada de decepción, por el hecho de que no utilizara aquella misma prenda que sí usó para que la viera el hombre de seguridad.
    
    — Ey, no te confundas —respondió ella, visiblemente molesta—. Ya te dije que yo me pongo la ropa que quiero, y lo hago a la hora que quiera, y de la manera que quiera.
    
    — Okey, sólo fue una observación —dije.
    
    Nadia estuvo algo callada. Por momentos me observaba de manera subrepticia. Parecía estar a punto de decirme algo, pero luego se quedaba en silencio y mantenía la cabeza gacha, mirando el plato. Me dio la impresión de que estaba resentida ...
    ... conmigo. ¿Sería que lo de las nalgadas realmente la había molestado? Si era así, se lo merecía. Ella siempre me andaba presionando para que hiciera cosas raras. Sólo le había dado una dosis de su propia medicina. No obstante, su mutismo, aunque me pesara admitirlo, me resultaba inquietante.
    
    Los canelones de jamón y queso estaban deliciosos. Había hecho la salsa como a mí me gustaba, y había abierto un vino bastante dulce que, si bien no era el mejor de los que había dejado papá, no estaba nada mal.
    
    — Dejá, yo levanto la mesa y lavo los platos —dije.
    
    No era tonto. Debía hacer mi parte para que ella siguiera haciendo de chef, cosa que se le daba muy bien. Aunque, pensándolo mejor, ya había colaborado bastante con lo del video. No me cabían dudas de que sus seguidores se babearían cuando vieran cómo ese ojete perfecto era azotado hasta quedar colorado. Todos imaginarían ser los dueños de aquella mano impetuosa que hacía contacto una y otra vez con esa parte del cuerpo tan anhelada de mi madrastra. Había visto cómo quedó el video. Ella con el torso apoyado en la mesada, en una actitud sumamente sumisa, largando gritos mientras recibía las nalgadas, con el vestido levantado hasta la cintura. No sabía muy bien cómo funcionaba esa plataforma en donde subía sus fotos y videos, pero seguramente haría sus buenos dólares con eso, y eso sería en parte gracias a mí, así que nunca podría echarme en cara que yo no colaboraba con los gastos de la casa.
    
    Nadia entró a la cocina. Dejó ...
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