Mi odiosa madrastra, capítulo 7
Fecha: 11/03/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... indicó que me apoyara en su hombro al salir de la bañera. Así lo hice, lentamente, sintiendo mi cuerpo terriblemente dolorido a cada movimiento que hacía.
— Secate bien ahí —dijo Nadia, señalando con la cabeza mi entrepierna, cuando ya me encontraba frente al espejo. Me entregó la misma toalla que había usado. Tanto mi cabello, como mis testículos, que tenían abundante vello pubiano, estaban todavía mojados. Así que froté intensamente ahí, para terminar con esa penosa tarea de una vez.
Nadia me envolvió ahora con otra toalla seca, y me ayudó a ir a mi cuarto.
— Debe ser solo una gripe —alcancé a decir, mientras entraba a la habitación—. Estos cambios de temperatura me habrán hecho mal —agregué, recordando que las últimas semanas el clima no terminaba de decidirse por tener temperaturas otoñales o veraniegas.
— Una gripesiña, como dice el pelotudo de Bolsonaro —dijo Nadia, riendo—. Nosotros sabemos muy bien qué es lo que tenés —agregó después, más seria.
— Pero entonces, tenés que alejarte de mí. Si no, te voy a contagiar.
— Yo ya estoy contagiada, tontito —respondió ella. Hizo a un lado las sábanas. — Dale, metete en la cama. Te voy a ...
... ayudar a vestirte. Tenés que estar bien abrigado.
— No, si ya me arreglo solo —dije yo.
Nadia tironeó de la toalla, hasta que me despojó de ella, dejándome en pelotas otra vez.
— Metete en la cama —dijo.
Le hice caso. Me subí a la cama, no sin esfuerzo, mientras ella buscaba una remera, ropa interior, y un pantalón de jogging que yo usaba como pijama.
— Eso… eso fue por Érica —aclaré, refiriéndome a la eyaculación que mi madrastra había visto hacía unos minutos.
— Lo entiendo. No tenés que darme ninguna explicación. Masturbate todo lo que quieras, siempre y cuando dejes el baño limpio.
Me colocó el bóxer hasta las rodillas, pero yo hice el último esfuerzo para subirlo hasta la cintura, y que por fin me cubriera mi verga, que para colmo, ya parecía querer despertarse en cualquier momento. Luego hizo lo propio con el pantalón y la remera.
— No te preocupes. Yo te voy a cuidar —comentó después, para luego darme un beso en la frente.
Nadia, semidesnuda, salió de mi habitación, y me dejó solo.
— Y yo voy a cuidarte a vos —quise decir, pero apenas pude murmurar algo cuando ella ya cerraba la puerta a su espalda.
Continuará...