1. El nuevo curso (IV)


    Fecha: 17/03/2025, Categorías: Gays Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos

    ... resistencia por parte de Enrique. Sus labios cedieron, abriéndose invitadores para que Damián pudiese introducir su lengua en la boca cálida y húmeda del chico, que aferró los largos mechones de pelo cobrizo en sendos puños, acercándose cuanto pudo. Cuando se separaron, no solo las mejillas de Enrique estaban encendidas como la grana.
    
    –Puedes besarme siempre que quieras. En la calle o en casa.
    
    Enrique le ofreció la mano, dejando a Damián la decisión de aceptarla o no. El joven se apresuró a entrelazar los dedos con los de Enrique que sonrió y se les apretó con fuerza durante un segundo, radiante de felicidad.
    
    –¿Sigue apeteciéndote pizza para cenar? Si no, puedo buscar otro restaurante.
    
    –La pizza está bien. La verdad es que tengo hambre, me lie a limpiar y limpiar y se me olvidó comer –admitió ligeramente avergonzado.
    
    Enrique le disparó una mirada reprobadora y apretó el paso, tirando de él a través de la marea de personas que saturaban las calles a esas horas. La conversación se estableció entre ellos con total facilidad, aunque, fiel a su costumbre, Enrique escuchaba mucho más que hablaba. No obstante, se iba soltando poco a poco, compartiendo sus costumbres, aficiones y preferencias con Damián y absorbiendo todo cuanto este decía. Se enteró de que su color favorito era el verde y el gris, que le gustaban los perros sobre los gatos, que le encantaba bailar y que no era demasiado buen cocinero, aunque su abuela siempre intentaba enseñarle. Por su parte ...
    ... compartió que prefería el color azul, que le gustaban perros y gatos por igual, que nunca había bailado y que le gustaba cocinar a pesar de ser muy lento haciéndolo.
    
    Para cuando llegaron a la pizzería, estaba tan abarrotada que la idea de conseguir cenar dentro del local quedó descartada de inmediato. Consiguieron hacer su pedido y veinte minutos después, una vez que Enrique pagó, salieron cargando cada uno con la caja de una pizza. Sin dejar de hablar se apresuraron a llegar a la calle en la que ambos vivían, procurando que no se enfriasen demasiado por el camino. Damián se detuvo al ver que Enrique se dirigía a su propio portal, manteniendo en equilibrio la caja de pizza mientras sacaba las llaves de su bolsillo. Cuando ya estaba a punto de marcharse a casa, decepcionado otra vez, Enrique se giró a mirarle, sosteniendo la puerta abierta.
    
    –¿Vienes? Si prefieres podemos ir a tu casa, no se me ocurrió. Pensé que estaría bien cambiar, no quiero abusar de tu casa o tus cosas, pero como prefieras.
    
    Damián sonrió y al pasar por delante de Enrique, que seguía sosteniendo la puerta, le dio un rápido beso en los labios, cargado de ternura. Enrique le precedió por las angostas escaleras, casi idénticas a las de su vivienda, pero en lugar de detenerse en el tercer piso siguió hasta el quinto. El joven volvió a franquearle el paso a su apartamento, pequeño como el suyo, pero con notables diferencias que despertaron su curiosidad. Lo que primero saltó a su vista es que estaba mucho más ...
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