El nuevo curso (III)
Fecha: 26/03/2025,
Categorías:
Transexuales
Autor: ShatteredGlassW, Fuente: CuentoRelatos
... cuando llegaron a la discoteca y entregaron sus abrigos al encargado del guardarropa. El grupo se separó y Carlo se centró en la chica por completo. Alguno de sus compañeros de clase les saludó al pasar con ella en dirección a la pista de baile, que empezaba a estar animada. Con una luminosa sonrisa le cogió la mano y se lanzó a bailar.
Se notaba que acudía a baile. Su cuerpo atlético se movía al ritmo de la música con tanta sensualidad y erotismo que Carlo sintió crecer una erección en sus pantalones. Uniéndose a ella se pegó cuanto pudo y comenzó a bailar, frotándose a su vez. La rubia se agarró a él sin perder la sonrisa. Con la música atronando ni siquiera eran conscientes de las demás personas que bailaban a su alrededor, daban vueltas y más vueltas, sus cuerpos se enlazaban o se separaban en caprichosos giros y los labios entreabiertos de Thalía parecían invitarle a acercarse cada vez más y más hasta que por fin, sin contenerse más tiempo, agarró a la joven por las caderas y sin dejar de bailar la besó.
Sus labios sabían a fresa, sin duda por el pintalabios elegido, y se abrieron ante la presión de los suyos permitiendo el paso a su lengua. Casi con ansia enredó sus dedos en la larga melena de la chica y la atrajo más y más hacia él, hasta que su notoria erección se apretó contra el cuerpo cálido de la chica. Para su sorpresa notó lo mismo en ella, una cálida presión un poco por encima de su cintura que, lejos de desagradarle, le excitó sobremanera. Sin soltar ...
... la dorada cabellera consultó la hora en su reloj comprobando con sorpresa que llevaban más de dos horas bailando.
La fiesta estaba en su apogeo y cualquier otra noche Carlo la habría disfrutado enormemente, pero tan solo quería salir de allí. Inclinándose sobre su acompañante inspiró su aroma a flores y vainilla y la abrazó por la fina cintura. La joven echó sus brazos al cuello del italiano y pegó sus labios a su oído, para poder hacerse oír sobre el volumen de la música. La presión de sus pechos contra su cuerpo era una sensual promesa, un anticipo de lo que podría disfrutar más adelante.
–¿Te apetece venirte a mi casa? La fiesta está bien, pero prefiero con mucho si seguimos solos tú y yo.
Carlo asintió con la cabeza y tomando de la mano a Thalía la arrastró hasta el guardarropa. Se planteó si debía enviar un mensaje a sus amigos, pero al final decidió que podían vivir sin él una noche. En cuanto recibió sus abrigos utilizó su inmenso corpachón para abrirse paso hasta la salida. Ya en la calle se encaminó hasta una parada de taxis cercana. Abrió la puerta a Thalía con caballerosidad y galantería y entró tras ella, dando la dirección al taxista en cuanto se sentó en el vencido asiento de cuero del coche.
Aunque se moría de ganas por volver a besarla ella le indicó con un gesto que esperase. La luz de las farolas entraba a través de la ventanilla e iluminaba tan solo la mitad de su cara, haciendo brillar sus ojos en la semipenumbra reinante. Su intenso perfume le ...