1. Mis odiosas hijastras (14)


    Fecha: 28/03/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... comerme ese manjar. La lengua se frotó primero con la cara interna de los muslos. Sentí cómo Valentina se estremecía. Sus piernas parecieron a punto de perder el equilibrio debido a ese masaje lingual que habría de generarle tanto placer como cosquillas. No tardé en avanzar para encontrarme con sus labios vaginales, y finalmente con el clítoris.
    
    Estando ya frente a ese pequeño interruptor del placer, me tomé un instante para hacerla desear. Ella me agarró del pelo con violencia y me insto a que se lo lamiera, en una actitud muy masculina, según me pareció. Por esta vez dejé que la cosa fuera a su ritmo, así que empecé a lamer con suavidad en ese pedacito de carne tan sensible. Valu cerró los muslos en mi cara, y me tiró de los pelos nuevamente, pero esta vez no para instarme a obedecerla, sino como un gesto agresivo de placer.
    
    A pesar de que no era una posición muy cómoda que digamos, el sabor de la conchita de Valu, que no dejaba de largar fluidos que se mezclaban con mi saliva, y que no paraba de tragarme involuntariamente mientras hacía mi tarea, me tenía hipnotizado.
    
    Para que el placer no fuera solo de ella, llevé una de mis manos, lentamente, hacia el turgente orto de mi hijastra. Ella se separó un poquito de la pileta de cemento en donde estaba apoyada, para dejarse meter mano, siempre y cuando yo siguiera agachado practicándole sexo oral. La escuchaba susurrar:
    
    —Quedate ahí. No pares.
    
    ¿Estaba en ese momento alguna de sus hermanas mirándonos? No me ...
    ... hubiera extrañado que así fuera, pero en ese momento no pensé ni en la dulce Samanta, ni en la delicada Agostina, ni siquiera en la traidora Mariel. En ese momento solo tenía cabeza para la hijastra del medio. Esa que había conocido cuando aún era una colegiala de dieciocho años, a punto de graduarse, y me había volado la cabeza como ninguna mujer que la doblaba en edad y en experiencia lo había hecho. Y para coronar ese morboso encuentro la pendeja se había puesto el mismo uniforme de aquella vez. Era una mocosa que sabía jugar muy bien sus cartas, de eso no tenía dudas.
    
    Masajeaba las enormes nalgas de Valu mientras le practicaba sexo oral con una obediencia de soldado. Entonces, ya sintiéndome totalmente en confianza con esa chica tan desinhibida, metí el dedo índice por entre el medio de sus glúteos. La pequeña extremidad pareció perderse en las profundidades de mi hijastra, y ahora parecía diminuta dentro de tanta voluptuosidad. Ciertamente la zanja que separaba esas suaves nalgas no parecía tener fondo. Pero por fin la punta del dedo hizo contacto con lo que estaba buscando. Sentí la dura piel del anillo del ano. Ahí estaba ese rico agujero que hacía un rato había lamido con la misma persistencia con que ahora mi lengua se frotaba en el clítoris. Hundí el dedo, temiendo haberme pasado de la raya y que Valu me negara ese pequeño resquicio, que normalmente las mujeres se negaban a entregar. Pero como debí haberlo supuesto, la muy puta de mi hijastra ni se inmutó cuando la ...
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