Mujer joven algo perdida
Fecha: 12/04/2025,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos
Intenté abrazarme a las teologías y a las filosofías espirituales, pero nunca terminaron de convencerme, aunque las respeto a casi todas por igual, y a quienes las creen. Intento abrazarme al más adulto de los vicios, pero ya empiezan a aburrirme un poco. Siempre es el mismo guion. Intenté abrazarme a la militancia política juvenil, pero nunca creí en sus utopías. Sus libros técnicos, académicos y ensayísticos; esos ladrillos que apenas me sirven para darles una compañía a mis historietas eróticas, no me despiertan nada. Si sigo yendo a esos antros, es sólo para buscar a alguien con quien compartir salivas y sudores, y de paso un porro también.
¿Acaso creían las chicas que me importaba la mala reputación que merecidamente me gané con mis cuestionables actitudes? No me provocaba ningún remordimiento mostrarle los pechos o los genitales a cada joven ingenuo que se ofrecía a compartirme gratis media pizza de muzzarella con ananá, o una docena entera de empanadas de carne y jamón con queso. Solamente lo hacía los fines de mes, y es cuando apenas tenía para pagar el alquiler. Con el hambre no se bromea. Si el estómago está siempre vacío, todo lo demás, de repente empieza a perder real importancia; y en esa triste y repetitiva situación, un par de platos hondos llenos de ravioles con salsa boloñesa podía justificar una felación completa sin condón. La emoción y el agradecimiento por tener la heladera llena de botellas grandes con gaseosa y agua saborizada, era abismalmente ...
... superior al desgano con el que tenía que brindar “besos negros” en un armario vacío. Un coito individual en las escaleras o en la biblioteca era la recompensa mínima por recibir un bolsón lleno de comida no perecedera; y un coito grupal en el patio, muy fácilmente podía pagarse con un asado entero. Si necesitaba agregarle pan de molde o francés, con un sesentainueve en la mesa o en el sillón, se acababa el problemita.
Sólo tenía que pararme corita de manos en la pileta un minuto y medio, si quería ganarme una entrada al cine, al teatro o a un recital sin costo monetario. —¿Quién es el “caramelito relleno de chocolate”, a quien estoy a punto de invitar a salir?
—Amalia. Para vos soy Amalia Anastasia Lovova —le respondí al pelado, segundos antes de escupirme la mano y dirigirla hacia los adentros de su traje de baño.
A los chicos de la comuna y a mí, nos divertía y emocionaba mucho cuando yo los mandaba a correr desnudos con el “perchero” atenazado a mis manos rojas y calientes. Se ponían eufóricos y me aplaudían cuando compartía el “chupetín dulce” con uno de nuestros compañeros homosexuales. Besito él, besito yo; mordida él, mordida yo; escupida él, escupida yo; ambos nos encargábamos del lavado profundo. Sólo para después ensuciar de nuevo el “trofeo” con crema batida en lata, y repetir de nuevo el lavado. Más de un tierno y tímido muchacho, a quien días antes lo saqué del “barbecho libidinal” arrebatándole la virginidad, se ha ofrecido a brindarme un supuesto amor ...