1. Mujer joven algo perdida


    Fecha: 12/04/2025, Categorías: Sexo en Grupo Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos

    ... le tocaría a uno de ellos despertarme. Con la que, a la madrugada siguiente, le tocaría a uno de ellos, hacerme lo mismo que le hice a él.
    
    Yo era la “abeja reina” de cinco, diez, no sé si quince abejitas, cuyas picaduras adentro o afuera de mi cuerpo eran un consagrado gozo si lo hacían bien. Hasta me regalaron el diván donde ellos solían masajearme las piernas y los pies bocabajo, o donde me pintaban las uñas; o donde yo les “agitaba la botella hasta vaciarla”. También me dieron el asiento sin respaldo con el que varios aprendieron conmigo a “buscar la perla del Mar del Sur”. Si querían recibir una informativa y práctica clase, sobre cómo contentar de la manera más rica a sus respectivas parejas allí abajo, sólo tenían que regalarme algo de plata a voluntad.
    
    Ninguno de los que participábamos en aquellas orgías creíamos inmaculadamente en la lucha de clases desde el proletariado; ni en la defensa de los ideales obreros; ni en la transformación de nuestras vacías realidades mediante el corte de calles; ni en el compromiso por un planeta con justicia social, soberanía política e independencia económica. No lo queríamos admitir, pero la supuesta trascendencia de la militancia “nos la sudaba” a todos. A mis hombres se los notaba más felices cuando les ataba un moño de tela en sus “ejes de rueda”, que quedarse toda la tarde hablando de las divisiones y extensiones que sufrió la Cuarta Internacional al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Se los notaba más contentos gimiendo ...
    ... como condenados a muerte en su última noche de júbilo, mientras creaban para mí sus respectivos y desalineados “collares de perlas” en mi cuello de gacela, que contar sobre el hecho histórico en que se basó la película soviética “El Acorazado Potemkin”. Bichos de patas peludas arrastrándose patéticamente a las paredes del hedonismo, eso éramos, sólo para después caer de nuevo al rasposo suelo del nihilismo. O al menos eso es lo que pienso, en mis días de “abatimiento sin gravedad clínica”. ¿Será verdad? ¿Qué se yo? Me “importa una pija”. A la verga con la verdad. “A la concha” con ella.
    
    Las poquísimas veces que nosotros nombrábamos a la política, era para hablar de ella como una infecciosa enfermedad; como el “alquitrán que mancha la ropa blanca”. De su visceral toxicidad, y de las malsanas características que tiene la búsqueda de poder. De la anemia de escrúpulos que preside los tejemanejes de aquel mundo lleno de traiciones, al que no nos interesaba pertenecer. De los politiqueos de salón en las llamadas universidades “populares” latinoamericanas, y de los arribistas de cloacas varias. ¿Para qué arrugar tanto la frente pensando en esas cosas?, les pregunté a todos una vez mientras se la estaba “lubricando e inflando” a un rapado, a quien minutos antes, le ordené desbocadamente que me rascara el “tejido carnoso abultado de la frutilla” con su cabeza.
    
    —¿Cómo te llamás, vos?
    
    —Para vos, soy Rita Olga Demikova.
    
    —No, ¿cuál es tu nombre de verdad? El que figura en tu ...
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