Mujer joven algo perdida
Fecha: 12/04/2025,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: MirassoMauricio, Fuente: CuentoRelatos
... sincero, pero algo así, es imposible de compensar a igual escala para mí, les dije siempre. Pobres. A esos todavía les faltan vivir más historias como la mía, si enserio creían que conmigo encontraron a “la horma de sus zapatos”.
Me acuerdo, que el primer muchacho virgen con el que copulé, con los brazos atrás y desnuda de las “naranjas” hasta las uñas, me había acercado a él para preguntarle, en voz suave y maternal, “si estaba despierto”. “No entiendo”, boquiabierto y tartamudeando me respondió; visiblemente sorprendido, maravillado y conmovido con lo que veía. “Me refiero a esto”, le dije levantando mi pie izquierdo para apretarle el cierre cerrado de su pantalón manchado de antiguo verdín. “¿No querés ir al baño conmigo a jugar?”, despacio y de las manos me lo llevé para desvestirlo ahí mismo, con la ducha del agua caliente encendida y en presencia del resto de los “chonguitos”. —Ay, pero, qué ardiente lo tenés. Estás como para “darte masa” toda la noche, ¡hasta que grites mi alias!
—¿Cuál es tu alias?
—¡Yulia Irina Malkova! —Luego le pedí que me enjabonara todo el cuerpo y se mojara conmigo.
Minimalista y bellamente poética, era la imagen que proyectábamos al cielo cuando dormíamos empelotados en el pasto, abrazados todos juntos. Con frecuencia notaba cómo Fulano se deleitaba chupando los dedos de mi pie izquierdo; Zutano hacia lo mismo, pero con el pie derecho; Mengano sólo me acariciaba el cabello, la frente y las orejas; Perengano me besaba el hombro, el ...
... codo y la muñeca de mi brazo libre; Juan Pérez construía puentes y caminos con su lengua, sobre el extremo sur de mi pelvis tatuada; Perencejo sólo sabía girar en intermitentes rotondas alrededor de las aureolas de mis dos “pomelos rosados”; de tanto en tanto, Citano se acercaba para dejarme la boca y la barbilla dulces con el caramelo duro sabor uva que llevaba consigo.
Diosa latina despertando, en plena madrugada y con el aire caliente de mi boca, a los “eternos espectadores de la vida” que odiaban mostrar sus pieles, ahí, justo abajo de sus vientres. Despertándolos acostados boca arriba con mis manos calientes recorriendo la cara externa de sus muslos, después de haberlos despojado muy lentamente de su única y más pequeña prenda de tela de algodón. Despertándolos con un tierno beso, ahí, abajo de sus cinturas, con sus cabellos todavía mojados tras haberse bañado, por más que no los podía ver por la falta de iluminación. Despertándolos con un largo lengüetazo mío, ahí, abajo de sus ombligos. Despertándolos con el frenesí de mi lengua, y con esos recorridos circulares que suelo hacer también, para que supieran que era yo y no otra mujer.
Diosa iberoamericana lamiendo la humedad que desprendían por mí y gracias a mí, después de haber acabado sus sueños eróticos conmigo. Despertándolos haciendo un sube y baja lingual, ahí abajito, haciéndoles temblar la respiración. Despertándolos con una dulcísima sensación de hormigueo en sus estómagos; con la que, a la noche siguiente, ...