1. Mis odiosas hijastras (7)


    Fecha: 16/04/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... ¿cierto? Ella me había mandado el mensaje el día anterior, con las fotos que demostraban la infidelidad de Mariel. Entonces era ella la que me había manoseado, y la que me había hecho el pete. Tenía que ser ella. ¿Por qué me salía con esa estupidez ahora? Estábamos solos. Podíamos meternos en algún rincón de esa casa y coger como perros alzados. ¿Por qué daba marcha atrás?
    
    Se soltó de mi abrazo, pero yo la agarré de la muñeca y la atraje hacia mí de nuevo.
    
    —¿Qué carajos pretendés de mí? —le dije, furioso, aunque tuve la suficiente inteligencia de no levantar la voz. Lo último que me faltaba era que sus hermanas me oyeran—¿Querés volverme loco? —pregunté.
    
    La agarré de la cintura de nuevo. La tenía otra vez pegada a mí. Los juegos se terminaron, pensé para mí. Ya basta de juegos, estaba harto de ellos. Tenía que concretar lo que se venía gestando desde el día anterior, o mejor dicho, desde aquella tarde en la que la conocí. Pero Valentina seguía tratando de liberarse. ¿Por qué hacía eso? Bajé una de mis manos hasta su descomunal orto. Como ya lo había imaginado, mi mano totalmente abierta no bastaba para cubrir una nalga. Era enorme, pero aun así la pendeja la mantenía increíblemente firme. Se sentía exquisito.
    
    —Adri ¡Pará! —me dijo, zafándose de mí.
    
    Estaba agitado, y mi mente no funcionaba con la lucidez que debería funcionar. Estaba embragado por la lujuria y ya no tenía paciencia para seguir esperando. Me la iba a coger, me iba a coger a esa pendeja ahí ...
    ... mismo. Pero no, yo no era un violador.
    
    Valentina aún estaba en la cocina. Podía haber huido, pero no lo hizo. Eso era una buena señal. Respiré hondo, traté de tranquilizarme. Era ella. Siempre había sido ella. La propia Valentina lo había confesado. Fue mi primera sospechosa, y resultó ser ella.
    
    Me senté en la silla donde hasta hacía un rato había estado tomando mates.
    
    —Entiendo tus idas y vueltas, pero no se puede estar así para siempre —le dije—. Vení —ordené después, palmeando mi rodilla, indicándole que se sentara en mi regazo.
    
    Valu se había quedado parada contra la pared, mirando con cara algo asustadiza, aunque también parecía muy intrigada. Mi ataque de furia la había sorprendido.
    
    —No. Era solo un juego. Quería demostrarte que…
    
    —Vení acá —dije, palmeando mi rodilla otra vez.
    
    No pensaba levantarme para buscarla. No iba a usar la fuerza bruta. Lo de recién había sido un impulso. La pendeja iba a aprender a hacerme caso sin que yo levantara la mano. Palmeé la rodilla de nuevo.
    
    Valu se acercó, despacito. Era la primera vez que su actitud altanera y soberbia se esfumaron de su semblante. Ya era una nena grande, y debía comprender que si hacía ciertas cosas habría consecuencias.
    
    —¿Estás hablando en serio? —preguntó, con una sonrisa nerviosa, ya estando muy cerca de mí.
    
    La agarré de la muñeca, y la atraje hacia mí. Pero esta vez apenas tuve que hacer fuerza, porque ella misma se sentó en mi regazo. Su hermoso orto apoyado en mis piernas.
    
    —¿Qué ...
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