Mis odiosas hijastras (7)
Fecha: 16/04/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... de aleccionarla—, esos hombres solo te querrían para una cosa. Después, para formar una pareja…
—¿Y quién te dijo que quiero formar una pareja? —rebatió rápidamente ella—. Por el momento solo quiero que me cojan bien.
Pareció muy divertida viendo mi expresión. Por algún motivo, cuando una mujer habla libremente de su sexualidad, los hombres no podemos evitar sorprendernos. Pero hice lo posible por recomponerme. Vi que ya se estaba comiendo una tercera tostada, así que me puse de pie para poner algunos panes más en la plancha.
—¿Querés ver? —preguntó Valu.
—Si quiero ver ¿qué? —pregunté.
Tomó un sorbo de café con leche, con el que tragó la tostada que no había terminado de masticar. Se puso de pie, y se acercó a mí, caminado como una pantera.
Era muy bajita. Debido a su exuberante cuerpo, por momentos me olvidaba de ese detalle. Apenas le llevaba algunos centímetros a Sami. Se puso frente a mí. Me miró seria, aunque no con la seriedad fingida de cuando recordó el día en el que nos conocimos, sino con una seriedad con la que intentaba reflejar una férrea determinación. Se acercó tanto a mí, que sus pechos hicieron contacto con mi cuerpo. Sus enormes tetas presionándome… Retrocedí unos pasos, solo para encontrarme con la mesada. Ella avanzó esa misma distancia y de nuevo pude sentir sus senos en mi cuerpo.
No pude evitar pensar que esa actitud avasalladora era la misma que había tenido la que me palpó la verga y la que me hizo el pete en la ...
... oscuridad.
—¿Fuiste vos? —pregunté.
Ella arrimó más sus tetas. Ahora estaban estrujadas entre el medio de mis pectorales y mi abdomen. Mientras los presionaba, también los frotaba con un movimiento leve.
—Sí —me respondió. Durante un instante pensé que podría estar jugando conmigo, pero lo que dijo después me sacó todas las dudas que podía tener—. Mamá te mete los cuernos —explicó—. No tenés motivos para serle fiel.
La agarré de la cintura, haciéndole sentir la hinchazón de mi verga. Durante ese fugaz momento, Agostina quedó relegada a un lugar muy lejano de mi mente. Agos, Sami, y la propia Mariel. Me di cuenta de que la única a la que deseaba en ese momento era a la vulgar adolescente que tenía entre mis brazos. Esa chica odiosa de tetas desproporcionadas que mi miraba desde abajo, con la boquita haciendo un sutil piquito.
Bajé la cabeza. Nuestros labios quedaron muy cerca uno del otro. Mis manos empezaban a sentir la carnosidad de sus nalgas. Era imposible besar a esa pendeja y no manosear su trasero con fruición. Pero primero su boca… Ya estaba muy cerquita. Podía sentir su aliento al café con leche, con rastros de menta, que le habrían quedado de cuando se lavó los dientes al levantarse.
Pero entonces corrió la cara, dejándome completamente desconcertado.
—¿Ves? Puedo hacer que hasta la pareja de mi mamá me quiera coger —dijo.
Quedé aturdido, pensando en las palabras que me había dicho. ¿Qué carajos le pasaba a esa pendeja? Había reconocido que había sido ella ...