1. Mis odiosas hijastras (7)


    Fecha: 16/04/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... estalló en una carcajada. Volvió a escupir migas de pan sobre mí, y luego se tapó la boca como para reprimir la risa. Pero no consiguió hacerlo. Rió y rió, hasta que se puso roja como un tomate.
    
    —Perdón… perdón —dijo, cuando pudo hablar con normalidad, aunque todavía lo hacía entrecortadamente—. Es que… te pusiste tan serio.
    
    —Me puse serio porque es un tema serio —dije, molesto, pero también aliviado al saber que la cosa no era tan grave como pensaba—. Lo de esa vez fue solo una casualidad bastante desagradable. Además, estaba convencido de que no te acordabas de eso.
    
    —Bueno, no es que sea un recuerdo memorable. Pero cuando mamá nos presentó, me pareciste conocido. Después hice memoria y me acordé.
    
    —¿Y por qué no se lo dijiste a tu mamá? —le pregunté.
    
    —¿Y cómo sabés que no se lo conté? —preguntó ella a su vez.
    
    —Bueno, supongo que si se lo hubieras dicho, me diría algo —respondí.
    
    —¿Y si ella estaba esperando a que vos se lo contaras? —retrucó ella.
    
    La pregunta quedó sobrevolando, como cortando el aire. Muchas veces me había preguntado eso, pero a medida que pasaba el tiempo di por sentado que no sabía nada. Ahora me preguntaba si acaso no era de esas cosas que algunas mujeres se la guardaban para usarlas en el momento oportuno. No imaginé que Mariel fuera de esas mujeres, pero lo cierto es que desde el sábado sabía que conocía bien poco a mi mujer.
    
    —No te preocupes. No le dije nada —aclaró Valu—. Además… tampoco es que fuera algo anormal. Vos no ...
    ... sabías que ibas a salir con mi mamá poco tiempo después. Y no hiciste nada que no hayan intentado otros hombres. Y si no me equivoco, lo hiciste de manera bastante caballerosa, preguntándome mi nombre, fingiendo que nos conocíamos y eso.
    
    Me dio la impresión que de verdad estaba agradecida por el hecho de que no me había comportado como un troglodita en aquella ocasión, como seguramente sí lo hacían la mayoría de los hombres que intentaban seducirla. Siempre di por sentado que, debido a su aspecto físico, desde muy temprana edad había tenido que lidiar con hombres mucho mayores a ellas, que se la querían llevar a la cama sin ningún cuestionamiento ético. Yo al menos había actuado debido a que tenía la esperanza de que fuera mayor de edad.
    
    —Entonces… ¿Te pasó muchas veces eso? —pregunté, con sincera curiosidad.
    
    —¿Que un viejo me quiera coger? Si me pagaran por cada vez que me pasó, sería rica —respondió ella—. Pero mamá me enseñó de muy chica, que los hombres son así, como animalitos. Después quizás se comportan civilizadamente. Pero cuando ven a una chica como yo, pierden la cabeza. Las neuronas no les responden.
    
    —Bueno, es una manera muy prejuiciosa de pensar de los hombres —comenté—. Algunos serán así, otros no.
    
    —Si vos lo decís —respondió ella, encogiéndose de hombros—. Pero yo creo que podría tener al hombre que quiero, tenga la edad que tenga. Sea casado o viudo. Al menos hasta ahora nadie me demostró lo contrario.
    
    —Aunque eso fuera cierto —dije, con ganas ...
«12...789...»