1. Mi harem familiar (Introducción. Cap. 1)


    Fecha: 23/04/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: WadeHolden, Fuente: CuentoRelatos

    ... verdad es que me encanta su nombre. – le aclaré a mi compañero. – Y deja de estarla piropeando, que tú tienes novia y esta niña no te va a parar ni medio. No gastes pólvora en zamuro.
    
    - Mira y… ¿Cuál es el otro ojito de tu cara, otra hermana así de bella? – preguntó curioso mi amigo…
    
    - Su otro ojito es Sugey, nuestra madre. – se adelantó a responder Ana.
    
    - ¿Y es tan bonita como tú? – repreguntó Héctor.
    
    - No, mi mamá es más bella que nadie, es la mujer más hermosa del mundo, según este señor. – respondió traviesa Ana, mirándome pícaramente.
    
    - Guao, me gustaría conocerla, porque si es más bella que tú, mi madre… – dijo mi compañero, ya emocionado.
    
    - Mira, ve a tomarte un traguito de tenteallá, que no la vas a conocer ni vas a seguir piropeando a esta niña, porque entonces se me va a soltar el animal que llevo dentro y ya sabes… le respondí seriamente, para finalizar el tonteo. – Nosotros seguimos, gusto en verte, mi pana.
    
    - Hasta el lunes, entonces. Y de verdad, me gustaría conocer a tu mamá. – se despidió.
    
    Yo traté de volverme para, no sé, para responderle agriamente pero Ana no me soltó. Se aferró a mi brazo con las uñas y no me dejó voltear. Así que continuamos nuestro paseo por el boulevard, agarraditos de las manos, cual dos enamorados.
    
    Bueno, de pronto había algo de eso, porque de verdad, nuestra relación era poco común, nada que ver con la forma en que se comportaban otros hermanos. Nosotros éramos verdaderos compinches, íbamos juntos a ...
    ... cualquier parte, a veces dormíamos juntos, especialmente cuando ella estaba triste. Hasta nos bañábamos juntos, de vez en cuando, sin que mamá supiera, aunque tenía mis dudas al respecto, porque Sugey debía ser bruja o hada, se daba cuenta de todo, de lo más mínimo que tuviera que ver con nosotros.
    
    Nuestra relación era tan profunda, tan cierta, que a veces bastaba una mirada para que uno supiera lo que el otro pensaba o quería. Mi relación con mamá también era de esa calidad, de esa cercanía. Siempre que andábamos juntos, también la tomaba de la mano, especialmente desde que papá murió. Compartíamos nuestros pensamientos y sinsabores por igual, siempre sintonizados uno con el otro. Pero entre ellas dos la cosa no era tan intensa. Existía una buena relación, pero no eran tan compinches.
    
    Una vez le pregunté a Ana, acostados en mi cama en una noche de lluvias tormentosas y mucho frío, ella encucharada por mi espalda, que porqué entre ellas dos no existía ese feeling que sí había entre cada una de ellas conmigo. Su repuesta me dejó frío, pues podría tener muchas interpretaciones:
    
    - Es asunto de celos de mujeres. Ninguna quiere ceder terreno.
    
    - ¿Cómo es eso? A ver, explícate… – le indagué.
    
    - Nada, interpreta lo que tú quieras, no debí decirte nada. Y no me jodas, vamos a dormir, que tengo mucho sueño. – me respondió con ese tonito que denotaba disgusto y no me fastidies más.
    
    Cuando cualquiera de ellas dos adoptaba esa posición, yo me hacía el Willie Mays y dejaba el ...
«1...345...14»