Navidades Calientes 1
Fecha: 25/04/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: tinieblas, Fuente: RelatosEróticos
... tetas y la masturbé. Estaba mojadísima. Eran mis fluidos vaginales. La habían empapado, y ahora tales fluidos caían por mi pecho. Él gimió conteniéndose a la vez que seguía embistiéndome. Echó un vistazo hacia dentro de la sala, donde los niños seguían abriendo paquetes. Y fue en esa distracción donde me metí su polla con sabor de mi vagina en la boca. Al tenerla tan larga pude comérmela mientras me follaba las tetas. Así fue que dejó de apretar mis pechos para agarrarme del pelo de la nuca y penetrarme la boca como me había estado penetrando el coño. Me agarró con fuerza tirando hacia atrás y se retorció de placer mientras yo lamía su glande. Noté un poco de su corrida en mi paladar. Un par de veces alcanzó mi garganta, pero no sentí arcadas. Se la sacó, se la masturbé al tiempo que le di un par de besos y me alzó, empotrándome contra la pared.
Besó mis tetas a la vez que las masajeaba y me penetró teniéndome contra la pared.
—Eres muy cerda, ¿verdad? —me preguntó. —Pensaste que era Tommy pero no te importó que fuera yo.
—Cállate y no lo fastidies. —le dije rodeándolo con mis piernas, facilitando la penetración. Besó mis tetas de nuevo. Se metió una a la boca, absorbiendo el pezón, haciéndome un algo que me provocó un orgasmo. Mi tercer orgasmo en menos de cinco minutos. Me estuve corriendo mientras ...
... mordía su cuello para no gritar como una loca. Entonces se apartó y masturbó su polla, corriéndose, metiéndola en mi boca y acabando de eyacular ahí. Tragué su semen como una cerda. Incluso seguí chupándosela una vez se había corrido. Se apartó, como si la tuviera sensible, y me dijo:
—Luego te doy más. Corre, te buscan.
Bajé la parte de arriba de mi pijama y retoqué un poco mi pelo para entrar temblando en el salón.
—¡Mami! —gritó mi hija, abrazándome.
—Mírala, tiembla de la emoción. —dijo el vecino riéndose. No, tiemblo por el polvazo que me acaban de echar. Tras abrir un par de regalos con mi nombre, típicos perfumes y lencería, me acerqué hasta Jack, que me dijo:
—Mi hermano siempre presumió de lo que te gustaba que te tocase el culo.
—Por eso supiste dónde tocar.
Me sonrió.
—Quedan dos días para que se derrita la nieve. Pero hasta entonces...
Yo nunca había sido infiel a mi marido, excepto con la mirada al masturbarme alguna vez. Y ahora no sólo le era infiel, sino que con su propio hermano. No me lo perdonaría jamás. Estaba el riesgo de perderlo todo. Pero cuando llevas tanto tiempo sintiéndote vacía... eso no te importa, sino el querer sentirte viva otra vez.
Miré a mi familia, teniendo una respiración purificadora. Atrapada con un montón de gente y un hambre de sexo insaciable...