Polvos demasiado caros
Fecha: 02/05/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... inmediato.
- “Me llamaste”.
- “Sí, tengo ganas de coger, desnudate zorra, pero primero cerrá bien con llave”.
Ante eso baje al piso de ella. Siendo que su escritorio estaba vacío y la puerta del despacho de Marcelo cerrada, era evidente que nada había cambiado. Al verme llegar salió a mi encuentro Claudia, su amiga y confidente.
- “Noelia salió recién”.
- “Te agradezco la información, sé dónde buscarla”.
Mientras la mujercita, que intentaba cubrirla, tomaba con urgencia el teléfono, agarré el matafuegos que colgaba en una columna y seguí mi camino hacia la puerta que cubría el encuentro clandestino.
El golpe del pesado cilindro contra el picaporte hizo saltar la cerradura y la abertura quedó libre. La sorpresa paralizó a los protagonistas. Ella con el torso desnudo, sin bombacha, la falda arrollada en la cintura en cuatro sobre la alfombra. El sin pantalones ni zapatos, encaramado sobre la espalda de la hembra, tomándola de los hombros y con la pija horadando el culo femenino. Ambos compartían la cara de asombro y su vista fija en mi silueta, que recostada en el marco, filmaba tranquilamente la escena.
Él volvió en sí mismo primero, levantándose apresuradamente y por ello se enredó en los pantalones tirados en el piso, trastabillando y cayendo. ...
... Aproveché su postura para darle con la punta del zapato en la cara y tomándolo del cuello de la camisa lo arrastré afuera.
Entré nuevamente por mi mujer, que permanecía inmóvil sentada en el piso. Con una mano tomé su ropa y con la otra la agarré del pelo arriba de la nuca y la llevé al salón, teniendo la falda arremangada como única vestimenta.
- “Si alguien quiere tener un recuerdo de este momento poco común, donde una hermosa puta muestra sus íntimos encantos, aproveche para fotografiar o filmar. No creo que se presente otra oportunidad similar”.
La mantuve de pie y quieta durante un minuto y luego la empujé haciéndola dar de cara contra una columna.
- “Querida, cuando te repongas, pasá por casa a retirar tus cosas”.
Naturalmente hubo daños colaterales. Tuve que rescindir mi contrato con la empresa; no era razonable pretender seguir allí después de haber desfigurado al hijo del dueño. Las revistas que competían con la que publicaba los artículos de mi señora se hicieron un festín con el escándalo de su infidelidad, aunque no pudieran difundir masivamente las fotografías. Y por último me encargué de que el marido de Claudia recibiera un video de su esposa siendo enculada por el averiado galán.
Si habían compartido macho también podían compartir desgracia.