FOLLAMATRIX - Capítulo 4: Canción de hielo y carne.
Fecha: 04/05/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: , Fuente: RelatosEróticos
... ojos.
—¿Qué?
—Ya lo has oído… cierra los ojos. Tardaré solo un momento.
Hice lo que me pedía, y noté cómo mi pulso se aceleraba aún más. La escuché salir de debajo de la mesa, y me pareció que cogía algo que había sobre el mantel, pero no pude imaginar qué. Escuché cómo se me acercaba… y de repente noté que una suave tela rozaba mis ojos. Me los estaba tapando con una de las servilletas de seda. Mientras me la anudaba tras la nuca la oí susurrar en mi oído:
—Quiero que te concentres en lo que vas a sentir, y que te olvides de lo demás. Sé que si tienes los ojos sin vendar acabarías abriéndolos… y que pensarías en hacer zoom para ver los detalles, en ralentizar la imagen y todo eso que tanto te gusta hacer cuando crees que estás follando dentro del sistema… pero esto es la vida real, y quiero que comprendas lo diferente que es. Ahora saca las piernas y esa bonita polla de debajo de la mesa… y gírate sobre la silla, hacia la derecha.
Hice lo que me pedía, como si me hubiera hipnotizado, y descubrí que estaba nervioso y excitado como nunca en mi vida lo había estado. Pasaron unos interminables segundos sin que ella se moviera, o yo al menos no escuché nada en absoluto, y pude notar como la sangre bombeaba a través de toda la longitud de mi ansioso pene. Me la imaginé de pie ante mí, contemplando mi polla erecta, y cuando por fin la escuché acercarse esperé sentir cómo me la tocaba. Pero, en lugar de eso, noté cómo sus labios se posaban en los míos y me besaba ...
... muy suavemente. A continuación su lengua avanzó con fuerza, y me sorprendí al notarla fría. Cuando abrí más los labios para recibir su lengua, algo pasó de su boca a la mía: un pedazo de hielo, no demasiado grande, con el que ella empezó a jugar mientras nos besábamos. Nuestras lenguas rozaban el frío hielo mientras se buscaban, primero dentro de mi boca, y después dentro de la suya; el contraste entre la carne caliente y la fría quemazón del hielo me resultó de lo más excitante. El agua del hielo al deshacerse goteaba desde mi boca, mezclándose con nuestra saliva, y poco después noté como ella apartaba la lengua, llevándose el hielo. A continuación me desabrochó la camisa y me la quitó, y tras hacerme esperar unos cuantos segundos más noté cómo posaba el hielo en mi cuello. Lo tenía entre los labios, y fue rozándolo contra mi piel de un lado al otro. Frías gotas se deslizaron sobre las clavículas y recorrieron mi pecho y todo mi abdomen, causándome una excitante sensación. El vello de los brazos se me erizó. Ella arrastró entonces el hielo desde el cuello al pecho, muy lentamente, sujetándolo esta vez con los dedos, y siguió bajando. Al alcanzar mi ombligo, dio varias vueltas sobre él, hasta que el agua fría me lo inundó y corrió hacia abajo, salpicándome incluso la base del pene. Gemí ante la impresión, que resultó dolorosa y a la vez extrañamente placentera… y que se intensificó cuando Rhena me agarró de repente la polla, la puso completamente vertical y depositó el hielo ...