El mozo (Parte 3)
Fecha: 07/05/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos
... piso de mayólica. Me puse a horcajadas en él y posicioné su verga a la entrada de mi sexo. Me senté lentamente, haciéndola entrar centímetro por centímetro para disfrutar completamente de la penetración que abría mi concha brillante. Moví un poco, no me hacía falta mucho en esta posición. Abrí mis piernas lo más que pudiera, hasta llegar a lo que quería, que me llenara todita. Estaba de nuevo a un par de movimientos de caderas del orgasmo y esta vez me iba a venir cuando me diera la gana. Me quedé inmóvil unos instantes para disfrutar plenamente de la sensación de tenerlo dentro de mí. Di un amplio y profundo impulso como para que entrara más aún, sobando mi clítoris. Lo miré a los ojos y mantuve mi mirada durante el largo orgasmo que me sumergió.
—Qué rica pinga, carajo…
Me apoyé en su pecho y me paré, dejándolo desconcertado en el piso, su verga brillante de mi jugo. Era la primera vez que me comportaba así. No me había preocupado ni un segundo por lo que él sentía y si lo disfrutaba. Lo había literalmente usado como juguete para llegar a un orgasmo delicioso y vergonzosamente egoísta.
—¿No quieres seguir? —me preguntó, mordiéndose el labio inferior por tanta frustración mientras había empezaba a corrérsela, impaciente.
—Vamos al cuarto.
*
Se tiró en las almohadas de la cama y me instalé entre sus piernas. Me acariciaba el cuello y los senos con delicadeza. Las ansias de sexo se habían apoderado de nuevo de su mirada celeste y me contemplaba con ojos ...
... furiosos que un esbozo de sonrisa se esforzaba en matizar. Hacía unos largos minutos que lo estaba frustrando y se había mostrado propenso a aceptar que fuera yo que controlara su goce, como me había controlado a mí. Volví a pensar en lo que había pasado en la noche anterior, todavía podía recordar el increíble orgasmo que me había regalado clavándome su verga en el culo. Toda la noche había sido una ascensión hacia la más grande obscenidad, había gozado que me masturbara en el bar, exhibirme frente a él sin pudor y dejar que me dominara. Ahora quería llevarlo poco a poco a este abandono total.
Escupí en su verga que había perdido de algo de su vigor para lubricarla y corrérsela. Gimió al recibir mi saliva. Incluso antes que lo empezara a tocar, su erección volvió a crecer con ímpetu, desvelando su gusto por este juego de desdeño. Parecía que sentía la misma excitación que yo, cuando me había escupido en el ano, esta chispa de deleite provocada por una ligera y consentida humillación.
—¿Te gusta que te escupe en la verga? —le pregunté, jugando a deslizar mi dedo sobre la piel suave de su sexo donde chorreaba mi saliva.
—Sí, me gusta, quiero que me la corras… —suspiró.
Le contesté escupiéndole de nuevo, sacándole otro gemido característico de frustración y de placer. Lentamente, encerré su verga en mi mano y empecé a masturbarlo. Se había vuelto a endurecer con orgullo, me excitaba verla así, sensible, palpitante, hinchada y mojada. La punta lisa y rozada parecía a ...