El diario
Fecha: 11/05/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... mujer tan sólo aplicando una buena base de maquillaje? Si antes ya se le antojaba atractiva, acicalada aún se lo parecía más.
Sus miradas se encontraron. Rocío le dio los buenos días y Carlos titubeó. A continuación fue a la habitación de invitados y se cambió de ropa. Se puso el guardapolvo en tonos rosa, se lo abotonó desde abajo y al llegar a su escote decidió no abrocharlo y obviar el recato al que estaba acostumbrada. Se abrió un poco la prenda intencionadamente mostrando parte de sus piernas, y al mismo tiempo pensó que aquello no estaba bien, por lo que la volvió a cerrar para que no resultasen demasiado evidentes sus intenciones. Le apetecía jugar, aun sabiendo que aquello podía llegar ser un juego peligroso. ¿Qué pensarían sus amistades si adivinaran sus retorcidas maquinaciones? Posiblemente la tildarían de calzonazos y la convertirían en objeto de burlas, pero ¿por qué a un hombre se le consideraba un “zorro plateado” por el hecho de salir o coquetear con una mujer joven y a la inversa se la consideraba a ella una “asaltacunas”? Sea como fuere, tampoco entraba dentro de sus planes que se enterase nadie de su artificioso plan. Sólo le apetecía recrearse, divertirse y entretenerse sin ir más allá. Añadir un poco de acicate a su vida, habituada demasiado tiempo al desconsuelo y a la melancolía.
Empezó por la cocina intentando reconstruir una de las escenas del diario. Se colocó de cara a la pila como cabía esperar, Carlos se sentó a desayunar, siendo ella ...
... consciente de que estaba siendo observada por él. Mientras fregaba los platos meneó su trasero con movimientos sutiles, apenas perceptibles, pero intencionados e indiscutiblemente sensuales. Quiso pensar que Carlos estaría en ese momento tocándose, pero era algo que no podía saber si no se daba la vuelta. No se volteó y prefirió alimentar esa incertidumbre. Al terminar se secó las manos y de forma natural se dirigió al baño, no sin antes lanzarle una mirada furtiva en la que no apreció nada fuera de lo normal, excepto un muchacho sonrojado.
Volvió a reconstruir el siguiente escenario en el cuarto de baño y dio por sentado que de algún modo él estaría observándola, de manera que, mientras le sacaba brillo a la bañera, movía sus nalgas de forma intencionada, pero con delicadeza y sofisticación, y cuando contempló que era hora de poner fin a su retorcido juego se dio la vuelta para comprobar que Carlos no estaba. Salió del baño y se percató de que la puerta de su habitación estaba cerrada. En su fuero interno sabía que sus hábiles maquinaciones habían surtido efecto e intuía a un Carlos masturbándose a su salud.
Al llegar a casa, calentó la comida, comió con su familia y después se tomó un descanso, intentando estar sola para hacer balance de la mañana y masturbarse fantaseando con el joven adolescente.
Al día siguiente se dispuso a reanudar el mismo juego. Carlos le abrió la puerta y ambos se saludaron. Rocío le sostuvo la mirada un instante y él la bajó un poco turbado, a ...