Dos sumisos y un perro
Fecha: 21/05/2025,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: DominAma, Fuente: CuentoRelatos
... tu precioso coño, colocaste el bol debajo de ti y measte dentro, llenándolo casi por completo. Sin decir nada te levantaste a la cocina y cogiste un saquito pequeño de pienso de perro que habíamos comprado un par de días antes. Echaste el pienso en el mismo bol y empujándolo despacio con el pie, lo colocaste al lado de mis patas delanteras y dijiste:
“Come perra. Tienes que estar activo para que no te quedes dormida”.
Volviste a la mesa y seguiste comiendo, hasta que les pediste a los sumisos que fueran a la cocina a cuatro patas y trajeran la tarrina de helado que ellos mismos habían traído esa mañana. Les pediste helado de chocolate, y por supuesto lo trajeron. Liberaste la cadena que les unía y les ordenaste recoger la mesa y la cocina, así que desaparecieron durante un buen rato, dejándonos solos en el salón.
Yo comía y bebía del bol y te miraba de vez en cuando. Pero no me prestabas atención. Estabas mirando el teléfono mientras tomabas tu helado de chocolate preferido. Te conozco bien, y hubiera apostado a que estabas leyendo tus notitas en Google Keep. Siempre que tienes una situación que llevas deseando durante mucho tiempo intentas dejar escritas notas con cosas que quieres hacer, porque siempre dices que luego, con la emoción y con la excitación, se te olvidan y te da mucha rabia.
Me acerqué a ti con ojos de perrito pochón, pero no me miraste. Y al rato, te escuché:
“Perro, vete a la habitación y trae unas mallas negras y un top. Llevo horas ...
... desnuda y quiero descansar un poco”.
Sin dudarlo, me dirigí a cuatro patas a la habitación y con la boca cogí unas mallas negras y un top rojo que te sentaba increíble. Te lo coloqué en el regazo y no me diste ni las gracias. Me tumbé a tus pies y apoyé mi cabeza sobre ellos, pero me diste una patada suave en la cara y dijiste:
“Vete, chucho. No me molestes”.
Ladré y girando 360º sobre mí, me dirigí a la otra esquina del salón, justo debajo de la ventana, en una esquina soleada. Me coloqué de medio lado y volví a quedarme adormilado, pero al rato sentí que Luis y José entraban en el salón comentando lo buena que estás y lo bien que follas. Creo que lo hicieron a posta, porque incluso subieron algo el tono cuando me vieron allí tumbado. José me miró y sonrió. Yo, sin embargo… agaché la mirada y cerré los ojos. No podía decir que no me hubieras avisado, pero aún eran las 4 y media de la tarde y sentía que esas 24h se me iban a hacer muy largas. Sin embargo, estaba dispuesto a entregarte mi humillación para que disfrutaras de ella (y también de los dos sumisos).
Cuando viste entrar a los sumisos en la habitación, les pediste que se acercaran. Me mirabas y les mirabas a ellos dos. Ellos de pie, desnudos, a un metro escaso del sofá en el que estabas tumbada, ya vestida con las mallas negras y el top rojo que te había bajado hacía unos minutos. Yo tumbado en el suelo. Entonces me di cuenta que tu mirada quería decirme una especie de “esto de lo dedico”, y estiré un poco el ...