1. Adelante oprime, atrás estruja


    Fecha: 22/05/2025, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... estuviera a su alcance facilitó la realización de aquello que contribuiría a dificultar mi identificación como responsable.
    
    El día elegido les avisé que no me esperaran pues tenía mucho trabajo con unas liquidaciones que vencían a la mañana siguiente. A las tres de la tarde, una hora después del momento previsto para iniciar, la llamé a mi mujer para avisarle que probablemente llegaría a casa a la hora de cenar pues tenías demoras.
    
    Después de cambiar mi vestimenta habitual, ya con el bolso preparado, le dejé a Julia mi celular con el encargo de mandar dos mensajes a Zulema, con veinte minutos de intervalo, simplemente para saber cómo llevaba la tarea.
    
    Un taxi me dejó a media cuadra del estudio donde abrí silenciosamente la puerta para, ya dentro, cubrirme y dejar a la vista solamente mis ojos. El espectáculo en desarrollo, que me recibió más adentro, fue un golpe durísimo. Mi mujer, desnuda, de espaldas sobre el sillón, las piernas abiertas con las rodillas recogidas sobre los hombros, recibía las fuertes embestidas de Matías metiéndole la pija hasta el fondo, sin protección alguna.
    
    Lucio filmaba desde muy cerca, mientras sus esposas eran privilegiadas espectadoras. Los quejidos de la hembra y los bufidos del macho que tenía encima, eran anuncio elocuente de que ambos estaban cercanos al orgasmo.
    
    Las zapatillas de goma me permitieron llegar hasta ellos sin ser escuchado, golpear primero a los hombres hasta dejarlos inconscientes, para luego hacer lo mismo ...
    ... con las mujeres que, aterradas, se cubrían con las manos. Teniéndolas inermes desplegué papel absorbente sobre caras y pechos para allí verter ácido. Esto haría que el líquido permaneciera más tiempo en contacto con la piel.
    
    Terminada la parte principal, busqué en el escritorio tres tarjetas de memoria de las cámaras que abarcaran los primeros dos meses desde que iniciamos nuestra participación, guardándolas en el bolsillo. Para concluir, con la maza rompí la cerradura y, dejando la puerta entornada, regresé a mi despacho. Estuve ahí el tiempo suficiente para tomar un café grande, bien cargado, darle tiempo al cuerpo a recuperarse de los momentos de tensión vividos y luego enviarle a Zulema un mensaje diciendo que en media hora estaría en casa pues habíamos podido terminar la tarea.
    
    En el momento que abría la puerta de casa sonó el teléfono.
    
    - “Hola contador, le habla el comisario Galíndez”.
    
    - “Hola comisario, un gusto escucharlo”.
    
    - “Contador, lamento molestarlo, pero hay un asunto que va a importarle y, como conviene tratarlo personalmente, le pido que venga a la seccional”.
    
    - “Encantado, deme unos minutos y salgo para allá”.
    
    - “No se tome el trabajo, mando un auto a buscarlo”.
    
    - “Espero que no sea esposado”.
    
    - “Despreocúpese, salvo que me lo ordene un juez, eso no sucederá”.
    
    Siguiendo un poema gauchesco que dice <Hay que hacerse amigo del comisario>, yo lo era; no de uno sino de varios por el sencillo motivo de prepararles, mes a mes, la ...
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