1. Mis odiosas hijastras (13)


    Fecha: 10/06/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella solita. Pero a pesar de que sabía que lo mejor era quedarme en la cocina, lo cierto era que mi verga estaba totalmente erecta, y no podía evitar que ese hecho repercutiera en la toma de decisiones.
    
    Salí al patio trasero. Valentina estaba apoyada sobre uno de los soportes de madera del pequeño techo que había en la parte del lavadero. Estaba agitada, y no dejaba de reír como si fuera una niña que estaba jugando con un amiguito a la mancha, y ya estaba lista para salir corriendo apenas el otro se acercase.
    
    Traté de tranquilizarme. No podía hacer lo que ella quería que hiciera. No iba a andar corriéndola por todo el patio para capturarla.
    
    —Qué lastima —dijo, con un fingido gesto compungido—. Acá no podés hacer nada.
    
    Miró hacia ambos lados, señalando que, estando afuera, podíamos ser descubiertos. En efecto, había vecinos que podrían vernos. Una de las paredes medianeras no era muy alta, y la vecina podía vernos desde su casa con suma facilidad. No obstante, que yo recordara, en los últimos días no la había visto, y según sabía, esa mujer solía pasar los fines de semana en los campos que sus padres tenían en Córdoba. Del otro lado la pared sí era bastante alta. Valu se equivocaba, coger ahí no era mucho más riesgoso que hacerlo adentro. El único peligro extra era que sería difícil escuchar si alguna de mis otras hijastras había bajado.
    
    Me apoyé en la pileta de cemento que a veces usábamos para lavar algunas cosas que no se podían lavar en el lavarropas. ...
    ... Me di cuenta de que yo también estaba agitado. Respiré hondo hasta que sentí que el mi ritmo cardíaco volvía a la normalidad. Pero mi erección seguía óptima, y Valu la podía ver claramente. De hecho, eso era justamente lo que estaba haciendo. Me estaba mirando la pija con una sonrisa traviesa en sus labios.
    
    —Sos una pendeja perversa ¿Sabías? —dije—. Pero ya basta de juegos. Andá a ponerte de nuevo la ropa que estabas usando. No quiero que tus hermanas te vean así.
    
    Ella me observó, con una mirada cargada de ironía. Yo estaba a apenas unos pasos de la puerta trasera. Sería cuestión de estirar el brazo cuando ella pasara a mi lado para capturarla de nuevo.
    
    —Mirá que si me tocas voy a empezar a gritar como loca. Lo digo en serio —dijo, y cuando pronunció la última frase hizo un visible esfuerzo por ponerse seria—. Estoy hablando en serio. Este juego ya fue —agregó después, dando los primeros pasos hacia mí.
    
    Yo me encogí de hombros.
    
    —Igual la que empezó con esto fuiste vos —dije.
    
    —Y ahora soy yo la que lo doy por terminado —aclaró ella, dando otro paso.
    
    —Okey —dije yo simplemente.
    
    —Entonces alejate un poco —exigió ella cuando ya estaba muy cerca de mi alcance.
    
    —Y por qué iba a hacerlo, si acá estoy muy cómodo —respondí. Valu no pudo contener la risa.
    
    —Sos un tonto si pensás que no voy a gritar —dijo.
    
    —Vos sos más tonta si pensás que te voy a hacer algo. Ya me cansé de tus histeriqueos —retruqué.
    
    —Claro, cuando una mujer no quiere coger es una ...
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