1. Mis odiosas hijastras (13)


    Fecha: 10/06/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... histérica —dijo ella, avanzando lentamente, ahora con mayor recelo que antes. Tenía un brazo levantado, como si pretendiera defenderse de un inminente golpe.
    
    —No. Histérica es una mujer que dice que quiere coger y a los dos minutos dice que no.
    
    —Eso no importa. Lo importante es que ahora no quiero. ¡No es no! —reiteró Valu—. Ya perdiste dos oportunidades. A ningún hombre le doy una tercera oportunidad. Así que te jodés. Ahora voy a pasar.
    
    Ahora se encontraba en el punto justo en el que, si avanzaba un paso más, se ponía en mi radio de alcance. Amagó con hacerlo, pero cuando adelantó una pierna, volvió de nuevo atrás. Miró mi reacción. Era evidente que esperaba que en ese mismo momento yo intentaría atraparla. Pero no hice el más mínimo movimiento.
    
    —Así me gusta. Quietito ahí —dijo ella.
    
    Ahora sí, dio una pequeña corrida hacia la puerta. Cuando puso la mano en el picaporte, actué. Fue solo cuestión de girar hacia la derecha y dar dos pasos largos. Valu ya estaba abriendo la puerta. Se había demorado más de la cuenta porque se había quedado mirando si yo me movía o no. Y en efecto, ahora me estaba viendo írmele al humo. La agarré del brazo.
    
    —¡No! —gritó ella.
    
    La atraje hacia mí. Tapé su boca con mi mano. Ella se resbaló y estuvo a punto de caerse, por lo que no pudo generar mucha resistencia cuando la arrastré. La llevé hasta la piletita de cemento. La empujé a propósito para que ella se viera obligada a apoyar las manos en el borde de la pileta para ...
    ... evitar caerse. Con mi mano todavía cubriendo su boca, me bajé el cierre del pantalón y liberé mi verga. Hacía poco tiempo que la dulce Sami se había encargado de apaciguar mi calentura, pero ya estaba hambrienta de nuevo. Me acerqué a ella. Le levanté la faldita tableada. Ella decía algo, pero el sonido de sus palabras estaba apagado por mi mano. En ese momento me di cuenta de que estaba presionando muy fuerte, y que además también le estaba tapando la nariz. Moví la mano hacia abajo y disminuí la presión que estaba ejerciendo.
    
    Le corrí la bombacha a un costado y traté de penetrarla. Esto me costó un poco, pero sin embargo debería haberme costado mucho más si ella realmente hubiera intentado que no lo lograra. Por fin, después de cuatro o cinco intentos, se la pude meter. Lo hice de un movimiento violento en el que enterré una buena parte de mi verga. Una vez que lo hice Valu ya no hizo ningún otro movimiento.
    
    —Así te gustan las cosas ¿No pendeja? —dije, haciendo movimientos pélvicos con los que le enterraba varios centímetros mi miembro, para luego retirarlo y volverlo a enterrar—. Te gusta jugar a esto, pendeja perversa.
    
    Entonces dejé de cubrirle la boca. Retiré la mano toda baboseada. Valu tosió mientras yo la seguía penetrando.
    
    —Sos un bruto —se quejó.
    
    Pero inmediatamente después empecé a oír el sonido más dulce del mundo. La pendeja disfrazada de colegiala empezó a gemir. Ahí lo tenía. Mi intuición no me había fallado. Me había expuesto a quedar como un ...