Mis odiosas hijastras (13)
Fecha: 10/06/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... percatarme de que no fue muy difícil hacerlo. No ofreció mucha resistencia. Rodeé su cintura con mis brazos.
—Soltame tarado —dijo Valu, ahora haciendo fuerza hacia atrás, pero deshacerse de mis brazos no iba a ser tan fácil—. No me vas a coger.
Me incliné, para comerle la boca. Ella me esquivó, pero lo hizo con una sonrisa, cosa que me entusiasmó aún más. Mis labios terminaron en su cuello. Esto pareció hacerle cosquillas.
—No, ya te dije que no —dijo ella, corriendo la cara hacia el otro lado, pero ya sin intentar alejarse de mí. Le di un beso en la mejilla. Una de mis manos bajó, despacito, a su hermoso culo—. Basta —agregó, ya con mucho menos convencimiento.
Mi boca siguió besando su rostro. Fui dándole piquitos, acercándome poco a poco a sus labios. Cuando estuve a punto de llegar a ellos, corrió rápidamente la cara hacia el lado opuesto, lo que solo sirvió para que empezara a besar su otra mejilla, y nuevamente acercarme a sus labios con dulces piquitos húmedos en su piel. Mi mano se apretó con violencia en sus nalgas.
Seguimos un rato así. Ella jugando a que no quería que la besara, pero solamente corría la cara. No hacía casi ninguna fuerza para alejarse de mí, y mi mano se ensañaba con su orto sin encontrar resistencia alguna. La escuchaba susurrar una y otra vez “basta Adrián”, pero ni siquiera levantaba la voz, cosa con la que sí podría llegar a lograr que la soltara.
En un momento, cuando quiso voltear la cara de nuevo, arrimé mi rostro y usé ...
... una de mis manos para presionar en su nuca y así inmovilizarla. Nuestras narices quedaron pegadas, como si nos estuviéramos dando un inocente beso esquimal. Valu, al verse ya imposibilitada de escapar de mi boca, empezó a reír.
—Sos un boludo —dijo.
Y entonces le comí la boca. Una vez que lo hice, toda resistencia se esfumó. Su lengua se frotó con ímpetu con la mía. Besaba muy bien, de forma apasionada, como si tuviera tantas ganas de hacerlo como yo. Mi mano se metió por debajo de esa faldita tableada que me venía volviendo loco desde hacía tanto tiempo. Sentí la piel desnuda de ese voluminoso y suave culo. Agarré del elástico de la bombacha y se la fui bajando de a poco. Cuando había llegado hasta sus muslos, Valu dejó de besarme. Entonces sentí un fuerte empujón. Un empujón que no me hubiera imaginado que podía realizarlo una mujer.
Trastabillé y caí al piso, de culo. Rita empezó a ladrarme, como sumándose al ataque de una de sus dueñas. Valu pareció asustarse, quizás creyó que se le había ido la mano, pero cuando notó que no me había hecho daño, soltó una carcajada. Se subió la ropa interior y se dirigió a la puerta que daba al patio trasero.
—¿No entendés? ¡No es no! —gritó, dando un portazo para luego salir.
Sin embargo, todo eso lo dijo con un tono jocoso. Me puse de pie. Me pregunté si Agos y Sami habrían escuchado el grito y el portazo. Esperaba que no, pero no podía estar seguro de eso. Ya era tiempo de rendirme. Que la pendeja siguiera con sus locuras ...