Vacaciones en ibiza
Fecha: 06/11/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... por la excitación que tenía, y mirándole también fijamente a los ojos, abrí un poco más las piernas, y comencé a acariciarme mi coñito con un dedo, mientras me pasaba la lengua por mis labios.
Seguimos así durante un buen rato, acariciándonos cada uno, y mirándonos a los ojos, con cara de pasión, cada vez más excitados, sonriéndonos y pasando las lenguas por los labios. El juego me divertía, y cada vez estaba mas caliente y excitada, tanto que por mis muslos asomaba la humedad de mi interior que ya no podía contener.
Nuevamente me acordé de las palabras de mi marido, que quería saber hasta donde era capaz, y entonces me incorporé, me puse a cuatro patas, con mi culo apuntando hacia el, y las piernas abiertas, para mostrarle mejor mi cosita, y con una mano busqué la crema bronceadora en la bolsa de playa. Seguidamente me puse boca abajo, me volví hacia el, y mostrándole la crema bronceadora, le pregunté si no le importaba echarme crema en la espalda.
Como me iba a importar ! Al revés, me dijo, estaba deseándolo.
Lo que sucedió a continuación fue todo un espectáculo. Se levantó y tenía la polla como un mástil, y así recorrió los dos o tres metros que separaban su toalla de la mía. La pocas personas que había alrededor se dieron perfectamente cuenta de su situación, y yo no pude evitar una sonrisa cómplice.
A continuación el se puso de rodillas a mi lado, tomó el bote de crema, y comenzó a extenderla por mi espalda. Con movimientos lentos, suaves, pero ...
... enérgicos, me recorría los hombros, los brazos, la espalda, bajando poco a poco hasta llegar al culo. Allí se entretuvo un poco más, masajeándomelo, y moviendo con firmeza mis nalgas.
Después bajó hasta mis tobillos, y luego las pantorrillas, subiendo por los muslos, hasta llegar nuevamente al culo. Y nuevamente se entretuvo en esa zona, hasta que de manera casi imperceptible, dejó que un dedo rozase mi coñito. Aquello me excitó muchísimo, tanto que no pude controlar el arquear la espalda y subir un poco el culo.
El se dio cuenta, y mientras me acariciaba el culo, y me separaba las nalgas, volvió a pasarme un dedo por mi cosita. Y así otras dos o tres veces más.
Yo estaba excitadísima, y cada vez que con su dedo me acariciaba el coñito, yo abría un poco más mis piernas y ponía el culo en pompa, por un lado para animarle a que siguiera, y por otro como consecuencia de la excitación que ya tenía.
Lo que empezó siendo unos roces de vez en cuando, se había convertido ya en una caricia continúa, y un espectáculo para la gente de alrededor. Pero ya nada me importaba. Había cruzado el punto sin retorno, y mi excitación era máxima. Por mis muslos se deslizaban como chorros, mis jugos, y sus dedos ya penetraban mi vulva, y acariciaban mi clítoris...
No podía creerme lo que estaba pasando, yo en medio de una playa, completamente desnuda, con gente a mi alrededor mirándome, y un desconocido que me estaba masturbando, mientras yo me deshacía de placer...
Y mi marido que dudaba ...