Vacaciones en ibiza
Fecha: 06/11/2018,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... rumbo.
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Me desperté con los rayos del sol estrellándose contra mi cara, y tardé un buen tiempo en tomar consciencia de donde estaba, que hora era y que había sucedido. Me encontraba exhausta, con el cuerpo como agotado, y eso si, con una enorme sensación de extenuante placer. Volví la cara, y allí estaba el, Francisco. Dormido y desnudo, a mi lado, con las sábanas arrugadas entre nuestros cuerpos. Durante un tiempo me quedé sencillamente mirándole, y soñando con todo lo que había sucedido esa noche junto a el.
Estaba todavía como atontada, en una especie de duermevela, y los recuerdos de la noche pasada con Francisco se me agolpaban en la cabeza como dentro de una nube. Recordaba como nos habíamos amado, con que pasión habíamos follado…su polla dentro de mi, mientras yo le cabalgaba como una loca…como me atravesaba y me partía mientras yo a cuatro patas recibía sus embestidas salvajes…recuerdo su polla en mi boca, con que ansia se la chupaba…
Me levanté en silencio, pues no quería despertarle, me di una ducha refrescante, y me vestí, únicamente con el minivestido de la noche ...
... anterior, pues no había llevado otra cosa más puesta, busqué en su habitación un papel y un bolígrafo, y le dejé una nota que puse en la cabecera de su cama, mientras miraba su pecho desnudo: Jamás te olvidaré. Carla.
Bajé las escaleras del apartamento, y al llegar a la calle vi que estaba en el paseo marítimo de Ibiza, caminé para buscar un taxi, y con ese vestido tan exagerado, sin nada debajo, y los tacones altos, a esas horas de la mañana, me hacía sentirme ridícula, y un poco puta. Pero lo vivido y sentido había merecido la pena.
Cuando llegué al hotel, mi marido ya no estaba en la habitación, cosa que me alegró, para que no me viera llegar con esas pintas, me cambié de ropa y fui a que me prepararan algo de desayuno y un buen café. Allí en la cafetería me dieron una nota que mi marido había dejado para mi.
Me apresuré a leerla, y decía: Si has vuelto para quedarte, te espero en la terraza del café de la esquina del puerto antiguo de Ibiza. Si vas a volar libre, te deseo lo mejor de este mundo. Te quiero.
No lo pude remediar, y una lagrima se deslizó por mi mejilla, mientras mi corazón latía queriendo escaparse de mi pecho.