Elisa y el fin del mundo (caps. 1 y 2)
Fecha: 11/07/2025,
Categorías:
Infidelidad
Autor: rickmaster16, Fuente: CuentoRelatos
Hola, mi nombre es Elisa, nací en Colombia. Soy de madre latina y padre noruego. Vivo en los Estados Unidos. De mi madre heredé la estatura, mido 1,60 cm, de mi padre heredé todo lo demás. Soy una chica de 25 años de cabello rojo, muy blanca y adornada con pequitas apenas perceptibles alrededor de mi nariz. Sin modestia, soy muy linda, antes de que ocurriera todo esto tenía una cuenta de Instagram con más de un millón de seguidores.
Como toda mujer atractiva, fui cortejada por muchos hombres poderosos, tuve de donde elegir y elegí a Mario. Él es un tipo elegante de una familia acomodada que trabaja en bienes raíces. Nos iba muy bien. Yo trabajaba por deporte en una agencia de publicidad de un socio y amigo de Mario, me pagaban bien y hacía poco, todo era sencillo para mi. Teníamos varias propiedades, una casa grande en los suburbios, un apartamento en el downtown y una casa de campo a unos 100 kilómetros de la ciudad.
Todo empezó un viernes.
-Amor, ¿nos vemos en el apartamento? tengo una sorpresa para ti - le escribí.
-Wow, ¿qué es?
-Es sorpresa tonto! jejeje
-Dale, nos vemos en el apartamento
Salí caminando del trabajo, el apartamento quedaba a unos 10 minutos a pie y aproveché para sentir la fría brisa de un invierno que estaba empezando para refrescar mi cara y mi cabello, iba con un saco negro que llegaba a mis tobillos. Aún sin mostrar mucho levantaba muchas miradas por mi bello rostro, me sentía bien.
Pasé por un sex shop. Me compré una diadema ...
... de orejitas de gata, un butt plug y me metí al vestidor a probarme una ropita caliente de encaje negro y ligueros. Cerré la cortina tras de mí, me quité el sacó, me quité toda mi ropa y me inspeccioné desnuda en el espejo. Cuello largo, hombros delgados, unas tetas medianas con un pezón pequeño y rosado. Un penachito rojizo en mi vulva enmarcado en unas amplias caderas latinas, yo era perfecta.
Me puse la ropita caliente y la diadema de orejitas de gata y me di media vuelta para ver cómo encajaba en mis nalgas el diminuto hilito. Se veía apenas. Me tomé un par de fotos. Me puse el saco encima, guardé toda mi ropa en una bolsa y salí así camino a casa.
Al llegar al décimo piso salí del ascensor, metí la llave en la cerradura, entré y me despojé del abrigo. Caminé a la cocina, destapé una botella de vino, me serví una copa que me consumí completa de un envión, luego serví otra copa. Entré al baño, me quité todo y me senté a cagar. A Mario le gustaba mucho el anal y a mi tambien y aunque la mierda a veces es parte de la situación yo prefería que no. Hice toda la fuerza posible para sacar lo que más pudiera de mi sistema. Luego pasé a la ducha y enjuagué todo mi cuerpo, excepto el cabello, por supuesto, duh. Me empapé de crema para humectar el cuerpo, me volví a poner la ropita sexy y me perfumé, quería estar perfecta para Mario.
Mario era apenas el segundo hombre en mi cama, el primero había sido un gañán de preparatoria que lo único que supo hacer fue romperme el himen ...