Ese mundo habanero (cap. 6): Ramiro y Roger
Fecha: 17/07/2025,
Categorías:
Gays
Autor: osazo21, Fuente: CuentoRelatos
... Ramiro y me dijo que lo llamara, que viniera.
Ramiro estaba allí en la puerta a la hora, Roger se acordó de él y fue entonces mejor la bienvenida. Le conté que ya habíamos singado pero que Roger quería seguir en la fiesta, le conté lo de los juguetes. Roger le enseñó los consoladores y Ramiro en un gesto de macho cubano se sacó su pinga poniéndola en las manos de Roger que se arrodilló y empezó a mamar como un ternero.
- ¡Tú empieza a trabajarle el culo! - me ordenó Ramiro.
Yo empecé a pasar mi lengua por el culo del americano que empezó a gemir y gritar que quería pinga. Le puse el condón a Ramiro con trabajo y lo dejé para que se singara a Roger que disfrutaba como el que más cuando sintió el trozo de pinga del mulato. Al rato Roger estaba con la pinga tiesa de nuevo, me dijo que le pusiera el condón y me metiera debajo de él para singarme, así lo hice y empezamos a singar los tres. Roger se llevaba lo mejor porque estando en el centro sentía por todos los lados. Cuando Roger se vino dijo que no podía más, Ramiro se quitó el preservativo y me metió la pinga. Roger quedó asombrado de que singáramos sin condón, pero ...
... pronto se nos unió lamiendo mi culo y la pinga de Ramiro. Cuando Ramiro se vino y la sacó, Roger se quedó mirando cómo salía la leche de mi culo, decía que era bello, que era lo mejor. Ramiro empezó a mamarme el culo y después me dio su leche en un beso. Roger estaba en el cielo con aquello y no hacía más que decir que desde hacía mucho tiempo no veía algo así.
La noche pasó entre juegos y sexo, por la mañana vino el guardia a buscarnos para sacarnos. Cuando bajábamos en el elevador le dijo a Ramiro.
- ¡Oye, porque no le dices que me dé una mamadita rápida! Es que estoy con tremendo queso...
Ramiro lo miró, le dijo que eso costaba, qué cuanto le daba, le dijo que cinco fulas y allí en el elevador me tuve que arrodillar y mamar la pinga al guardia, mientras Ramiro me miraba y acariciaba la cabeza. Por suerte el tipo no aguantó mucho y se vino en mi boca llenando mi boca de semen. Salimos a la calle, Ramiro me dio los cinco verdes diciendo que eran míos, durante todo el camino yo iba con el sabor a leche en la boca. Llegamos a su casa para acostarnos, Roger nos había dado doscientos verdes, mucho, cien para cada uno.