1. Te entregaste, gozaste y seguiste. Así te fue


    Fecha: 24/07/2025, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... solo”.
    
    - “Algo me perdí que no logro entender lo que estás diciendo”.
    
    - “Sencillo, es extraño que Raquel, esa puta con cara de mosquita muerta, no esté revoloteando alrededor tuyo”.
    
    - “Qué bueno que me hayas hecho caer en cuenta, en una de esas tengo suerte y puedo mojar el pan”.
    
    - “Seguro que ya te estarás revolcando con ella, porque a mí hace más de un mes que no me tocás”.
    
    - “Es que últimamente por vos siento asco”.
    
    - “Nunca pensé escuchar eso de vos”.
    
    - “Así es, pero a veces la vida te da sorpresas, como esos dedos marcados en tu nalga”.
    
    Mientras rápidamente se cubría con el pareo contestó.
    
    - “Estás viendo visiones”.
    
    - “Seguro que vi mal querida”
    
    Esa respuesta mía fue seguida de dos ruidosas carcajadas de los que antes habían estado cuchicheando. No me iba a hacer el distraído ante la burla, así que me volví hacia ellos.
    
    - “Así es muchachos, a veces uno se equivoca”.
    
    Ahí me levanté yendo hacia donde estaba Raquel.
    
    - “Amiga, sin compromiso de responder, quiero preguntarte por algo que acaba de reclamarme Leonor. Dice ella que debo estar revolcándome con vos, qué pensás, seré capaz de revolcarme o de hacer el amor?”
    
    - “No voy a contestar”.
    
    Entonces, tomando su mano derecha para besarla en el dorso, respondí.
    
    - “Sos un hermosa y deseable dama”.
    
    - “Y vos un educado y atrayente caballero”
    
    Después de eso le pedí a mi jefe que me prestara la llave de la puerta lateral, al lado de la entrada para vehículos, ya que ...
    ... necesitaba ir hasta la esquina a comprar cigarrillos y prefería no tener que molestarlos al regreso. Salí, compré, y al volver trabé el pestillo de la cerradura de manera tal que, desde afuera, se pudiera abrir con solo empujar.
    
    El comienzo del conteo horario comenzó cuando el último matrimonio que quedaba anunció que en media hora se iban. Pasé a mi hermano el horario de encuentro y quince minutos después salía para reunirme con él. Cuando subió al auto trayéndome lo pedido me coloqué la campera negra y el pasamontaña a modo de gorro; dejé mi celular junto a un papel donde indicaba el mensaje a enviar en determinado horario y tomando el bolso, donde guardé la pistola que llevo en la guantera, bajé.
    
    Caminando hacia la casa que había dejado minutos antes vi pasar al auto de los últimos en irse. Al llegar ingresé con solo empujar y, acomodando el pasamontaña para que lo único a la vista fueran los ojos, recorrí rápidamente los pocos metros que me separaban del edificio. Moviéndome silenciosamente ubiqué a los amantes todavía en la zona de la pileta, ambos desnudos en una reposera y totalmente concentrados en un sesenta y nueve digno de verse, pero no tenía tiempo que perder.
    
    La casa no me era desconocida pues la egolatría del dueño le llevaba a mostrar con orgullo sus pertenencias y comodidades, algo que repetía ante una nueva adquisición o remodelación de lo existente. Así fui directo al escritorio, saqué el disco que almacenaba lo registrado por las cámaras y luego seguí ...
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