Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... en ese momento, podía continuar con lo que había empezado con Valu. Eso sí, necesitaba sacarle alguna información a la princesita de la casa. Valentina se había mostrado sorprendida cuando le dije que quería que concluyamos lo de anoche. Supuestamente no había sido ella la del pete. Pero ya había aprendido que no se podía confiar en lo que decían esas mocosas. Era evidente que el estado de confusión en el que me encontraba era debido a que al menos una de ellas me estaba mintiendo descaradamente.
—Claro, lo preguntaba porque a la tarde se va a desatar otra tormenta. Me quedaría más tranquilo si estás en casa temprano.
—¡Qué lindo cómo nos cuida papi! —dijo Valentina.
Estaba claro que lo decía con ironía ya que lo que había hecho hacía unos segundos con ella estaba lejos de ser la actitud que tomaría un padre protector con sus hijas.
—No te preocupes Adri, yo sé cuidarme —respondió Agos. Si bien las palabras podrían parecer duras, como si me estuviera diciendo “no te metas en mi vida”, lo cierto es que en el tono que las dijo parecieron de lo más naturales.
Cuando nos dejó a solas con Valen supe que lo que seguiría sería un sueño. La hermana del medio ahora se hacía la tonta, lavando su pocillo en la piletita de la cocina. Estaba inclinada de manera que su escandaloso orto me tentaba. Me estaba provocando. Me puse de pie y le di una nalgada.
—Pendeja atrevida —le dije—. Esperá acá. Quiero estar seguro de que se haya ido.
Por toda respuesta Valentina me ...
... miró con una sonrisa cargada de incredulidad. Fui detrás de Agos, quien acababa de salir, y ahora cerraba la puerta a sus espaldas. Pegué un corrida para alcanzarla. Nos encontramos en el pequeño patio delantero.
—De verdad… No te vayas por mucho tiempo —le dije.
—¿Y pensás que porque me lo decís lo voy a hacer? —me respondió, con insolencia.
—No, perdón, es que… no quería que suene como una orden —dije balbuceando. Como era domingo, había muy poca gente por la calle, pero me daba la impresión de que nos observaban, y que de alguna manera sabían que había algo entre nosotros. Además me tenía que apresurar para ir al encuentro de Valentina, con quien ya estaba todo cocinado. Pero antes necesitaba saber una cosa—. Es que ayer la pasamos tan bien, pero… me dejaste con las ganas —dije.
Agos abrió bien grande los ojos. Y al igual que yo, miró a la calle, como queriendo estar segura de que nadie nos estuviera oyendo.
—Yo no te dejé con las ganas —respondió.
Ahí estaba por fin la verdad, me dije, contento. Ese horrible domingo de otoño iba a convertirse en un gran día. Había sido muy astuto de mi parte en soltarle esa frase, para que ella solita me confirmara si me había hecho el pete o no. Su respuesta solo podía significar una cosa. Al final había sido ella, pensé, exultante. La pulcra princesita había ido a mi cuarto en medio de la oscuridad para hacerme una mamada clandestina.
—Fuiste vos el que no fue a mi cuarto más tarde —dijo después. Y luego, al ver mi ...