Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... no estaba del todo convencido, lo cierto era que nunca había sabido de una cucaracha que picara—. Bueno, quizás es alguna alergia. Alguna planta con la que hayas tenido contacto —aclaré después, aunque era obvio que si era una reacción alérgica a una planta, resultaba muy raro que justamente apareciera una roncha tan cerca de su sexo.
—¿Estás seguro? No recuerdo ningún bicho que haga una roncha tan rara. ¿Ves cómo es? —dijo, abriendo más la pierna—. Es más grande de lo normal. Además, no está roja, porque no pica.
Entonces, en un movimiento demasiado brusco tratándose de ella, extendió su mano para agarrar la mía. Sorprendido, sin atinar a entender lo que pretendía, no hice el menor esfuerzo para evitar que hiciera lo que hizo luego: Llevó mi mano a su muslo.
—¿Se siente igual a una roncha que hayas conocido? Porque a mí me parece que se siente rarísima —dijo, retirando su mano de encima de la mía.
Me miró a los ojos, expectante. Mi mano seguía en su muslo. A apenas centímetros de su sexo. Toqué con el dedo pulgar la roncha. Hice movimientos circulares sobre ella, percibiendo su relieve. Sería cuestión de hacer apenas un movimiento para correrle la braga a un costado y enterrarle mi dedo. ¿Se sentiría húmedo?
Pero entonces desvié la mirada de su entrepierna. Me encontré con sus ojos, esos ojos que hasta hacía un rato parecían estar ...
... echando fuego, pero que esta vez parecieron helados. Entonces recordé algo que me había dicho la propia Sami. Me había pedido por favor, que no hiciera estupideces. En ese momento no lo terminé de comprender. Además, como ella era de una generación diferente a la mía, asumí que era una especie de chiste común entre los de su edad, algo cuyo significado distaba mucho del que yo podría darle. Pero ahora, viendo sus ojos fríos, mientras yo tenía la mano en su muslo desnudo, tan cerca de su intimidad, esas palabras tomaron un valor totalmente diferente.
Retiré la mano de ahí, espantado.
—No te preocupes. Nadie se muere por una pavada como esa —le aseguré—. Si te siguen saliendo más, lo consultamos con un médico y listo. Pero seguro no es nada —reiteré.
Agarré la bandeja, y me dispuse a salir del cuarto.
—Adri, gracias. Yo sabía que podía contar con vos —me dijo.
Salí de ese lugar, horrorizado. Algo andaba mal en esa casa. Pensé en la actitud que habían tomado tanto Valentina como Agos. Dejándose llevar por mi calentura, pero sin terminar de concretar lo que habíamos comenzado. Y sus provocaciones. Las constantes provocaciones…
Había algo mal. Algo mucho más perverso de lo que había imaginado desde un principio. E incluso Sami estaba involucrada en el asunto.
Por primera vez, sentí la imperiosa necesidad de escapar.
Continuará...