Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... cara de espanto, como pensándolo bien, agregó—: Pero en realidad hiciste bien. Es muy arriesgado, y de todas formas… yo no sé si quiero hacer algo más con vos. Bueno, te dejo que me tengo que tomar un colectivo. Con todo este lío de la luz ni siquiera pude pedir un Uber.
Me dejó con la boca abierta, en la puerta de la casa. ¿Que no sabía si quería hacer algo más conmigo? ¿Qué se creía esa pendeja? No podía dejarme tan caliente y después cortarme el rostro como si nada. Ya iba a ver a la noche. Esta vez iba a ser yo el visitante nocturno. Iba a invadir su cuarto a la madrugada y le iba a pegar la cogida que tanto necesitaba.
Y encima insinuaba que ella no había ido a mi cuarto. Pero eso poco importaba. Era obvio que quien hubiera sido, se rehusaba a develar su identidad, así que por más que hubiera sido ella, no me lo diría. Aunque aún no tenía idea de por qué tanto empeño en seguir en el anonimato. Pero no me iba a enredar con ese detalle en ese momento.
Traté de tranquilizarme. Adentro estaba Valen. La más perra de mis hijastras estaba en la cocina, aguardando a que yo volviera, con su calza ajustadísima que le marcaba los labios vaginales y se metía en su orificio con impunidad. Se había sentado en mi regazo cuando se lo ordené. Sí, lo había hecho. Lo que me estaba negando (de momento) Agostina, me lo daría ella, y si tenía suerte, lo haría en unos minutos.
Me estaba dando cuenta de que en ese punto estaba pensando con mi verga antes que con mis neuronas. En ...
... efecto, estaba totalmente al palo y necesitaba desahogarme. El hecho de que en la madrugada haya gozado no aplacaba las ansias que tenía por devorar a esas pendejas. Realmente pensaba culeármela ahí mismo, en la cocina. Si Sami bajaba por las escaleras, pararíamos y listo. Aunque tenía la esperanza de que eso no pasaría. Quince minutos… o quizás diez, pensé para mí. Con ese tiempo podía hacer de todo. Un rapidín, y en todo caso dejaríamos para otro momento una cogida más elaborada.
Vi alejarse a la princesa, hacia la parada de colectivo, sintiendo cierto abatimiento. Justo venía uno en el que se subió. Me metí enseguida a la casa. Valen aún estaba en la cocina. No podía ser que se hubiera levantado un domingo tan temprano simplemente porque se le dio hacerlo. Ahora estaba claro que había bajado porque esperaba encontrarse conmigo.
Por primera vez parecía tímida. Estaba parada. Su anhelado trasero apoyado en la mesada. La vista mirando al piso. Me acerqué lentamente a ella, como un cazador que se acerca a una presa que ya fue capturada, y ahora se encuentra inmovilizada en una trampa.
—Che, es cualquiera esto —dijo, sin quitar la vista del piso—. Yo solo te estaba molestando. No pensaba que te lo ibas a tomar en serio.
—Así que solo me estabas molestando —dije, agarrándola de la cintura, arrimando mi cuerpo al suyo—. Era todo un juego ¿eh?
—Sí, es que… no pensé que te lo creerías. Además, mamá…
—Yo creo que sabías muy bien que ibas a lograr provocarme. Vos sabés ...