Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... parecer antipática. ¿Me perdonás?
—Claro que te perdono. Además, nunca me pareciste antipática. Mucho menos si te comparo con tus hermanas —agregué después, jocosamente, aunque ambos sabíamos que no era del todo una broma.
—Las chicas son así. Están tan acostumbradas a que todo el mundo ande detrás de ellas, que no se molestan en ser agradables. Aunque en el fondo lo son, obvio —dijo Sami, sorbiendo un trago de la chocolatada caliente.
No me olvidaba que hacía unos minutos había notado mi erección. Y seguramente también se había percatado de que yo me había dado cuenta de que fijó su mirada en mi entrepierna más de lo normal. Era de esas cosas que se sabían y no se decía nada. A pesar de que, de alguna manera, era un hecho bochornoso para ambos, al mismo tiempo fue un suceso que reforzó la complicidad que se estaba gestando desde el día anterior entre nosotros.
—Además, con las parejas de mamá solemos tener cierto cuidado… aunque eso no debería decírtelo —dijo después, como si se percatara de que había hablado más de la cuenta. La mano invisible de Mariel aparecía otra vez.
—Me imagino —dije yo, sin esperar a que ella me diera explicaciones de por qué prefería no ahondar en el tema—. Digo… aunque sean tipos elegidos por tu mamá, ella se puede equivocar. Podría traer a cualquiera.
Lo cierto era que Mariel me había llevado a su casa cuando apenas teníamos algunos meses saliendo. Y ni siquiera conocía a sus hijas desde antes de convivir con ellas (salvo a Valu ...
... a quien había conocido en aquella memorable tarde de minimercados y uniformes escolares, pero aun así, apenas habíamos intercambiado algunas palabras y nada más). Nunca me había puesto a pensar demasiado en ello. Me consideraba una persona honesta, y asumí que Mariel había visto eso mismo en mí, más allá de cualquier atracción que hubiera entre ambos. Pero ahora que hablaba con Sami, me daba cuenta de que así como me había llevado a mí, podría haber hecho lo mismo con otros hombres. Y por más que Mariel tuviera una opinión positiva sobre mí o sobre cualquiera de sus ex, no dejaba de ser irresponsable obligar a vivir a sus tres hijas con hombres que, al menos ellas, no conocían de nada.
Recordé también que en su momento Sami había soltado un comentario en el que creí entender que había sido abusada por una de las exparejas de Mariel. Aunque ahora esa conclusión me parecía demasiado apresurada, estaba claro que guardaba una opinión muy negativa de al menos uno de ellos, quien si no había abusado de ella, seguramente se había desubicado de alguna manera. Pero ese era un tema demasiado delicado, que no pensaba tocar de manera directa en ese momento.
—Sí. De hecho, se equivocó muy de seguido —dijo Sami, para luego masticar un generoso pedazo de pan con manteca y dulce de leche.
—Y ¿En qué sentido se equivocó antes? —dije, convencido de que estaba a punto de hacer un descubrimiento importante—. Digo, para no cometer los mismos errores que ellos —agregué después, bromeando, ...