1. Mis odiosas hijastras (8)


    Fecha: 30/07/2025, Categorías: Hetero Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos

    ... domingo, y el día se presta a quedarse en la cama. Pensé que iban a dormir en el cuarto de Agos —dije, como al pasar, aunque en verdad esperaba sacar algo de información de la pequeña.
    
    —Sí, hubiese sido lo más práctico. Pero Agos y Valu se pusieron a discutir, y bueno, yo preferí irme.
    
    —¿Y por qué discutieron? —pregunté.
    
    En ese momento sucedió algo que no había previsto. Sami bajó la cabeza. Me di cuenta de que rehuía a la pregunta. Pero más allá de eso, al hacerlo, fijó su vista en mí, pero no en mi rostro, sino debajo de mi cintura. Entonces me di cuenta. La erección que me había provocado Valentina no había desaparecido, al menos no del todo. Seguramente se notaba un bulto puntiagudo en mi pantalón. Sami abrió sus tiernos ojos azules bien grandes, y no pudo retirar la vista de mi miembro por unos cuantos segundos. Luego levantó la vista. A pesar de que el pasillo se encontraba algo oscuro, apenas iluminado por la pobre claridad que se filtraba por unas ventanitas, pude notar que su rostro se sonrosaba.
    
    —Nada, ya sabés cómo son. No pueden estar sin pelear —dijo después. Me dio gracia el hecho de que parecía tener que hacer un esfuerzo considerable por mantener la vista arriba—. De hecho, creo que cuando vos estás presente es cuando se tratan de mejor manera.
    
    Eso no me lo esperaba. Ahora resultaba que era una buena influencia para las chicas.
    
    —¿Querés que te traiga algo para desayunar antes de que sigas durmiendo? —le pregunté.
    
    —¿En serio? ¿Me lo ...
    ... traerías acá? —preguntó, realmente sorprendida—. Creo que nunca nadie me trajo el desayuno a la cama —agregó después.
    
    —Bueno, me alegra ser el primero —dije.
    
    Después de los desplantes de sus odiosas hermanas, hacer que Sami se pusiera contenta por un gesto tan simple me devolvió el buen humor. Fui a hacerle el desayuno (chocolate caliente y unas tostadas con manteca y dulce de leche), y subí de nuevo al primer piso, no sin sentir una enorme tentación de intentar nuevamente entrar al cuarto de Valu. Pero en fin, pasar un rato con Sami iba a hacer que se me quitaran esas ideas de la cabeza, al menos por el momento. Ya tendría tiempo de poner las cosas en su lugar en lo que respectaba a Valentina.
    
    La habitación, al igual que el pasillo, estaba apenas iluminada por la claridad que entraba por la ventana. Pero en este caso, como la persiana estaba totalmente abierta, y el sol se asomaba tímidamente por detrás de unas nubes, teníamos mejor visibilidad. La pequeña rubiecita estaba con la frazada cubriéndole hasta el cuello, pero cuando me vio entrar, se sentó sobre el colchón y apoyó su espalda contra la pared, en donde colocó una almohada para apoyarse, cosa que hizo que ahora quedara abrigada hasta el ombligo.
    
    —Gracias Adri, cada vez me caes mejor —dijo, mientras apoyé la bandeja en su regazo. —Esa es la idea —dije—. Durante un tiempo pensé que te caía mal ¿Sabías? Como a tus hermanas.
    
    —Es que, como dice mami: yo estoy en mi mundo. A veces no me doy cuenta que puedo ...
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