Mis odiosas hijastras (8)
Fecha: 30/07/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: dickson33, Fuente: RelatosEróticos
... para que no se percatara de que mi necesidad era enorme.
—Eran todos infieles. Todos… —dijo Sami.
—¿Y vos cómo lo sabés? ¿Mariel les cuenta de sus intimidades?
Sami, masticando con la boca llena, se encogió de hombros.
Así que Mariel cargaba la culpa de sus fracasos sentimentales en los hombres con los que estaba. Pero seguramente no les contaba que ella misma era una promiscua. El recuerdo de su infidelidad, y no solo eso, sino la sospecha de que ese mismo fin de semana, en la provincia de San Luis, me estuviera metiendo unos cuernos más grandes que esa casa, me irritaron muchísimo, y me hicieron aferrarme de manera empecinada a la idea de que me iba a coger a esas dos pendejas. Ya no me importaba quién me había practicado la felación. Las dos me habían provocado, permitiéndome que les metiera mano por todas partes, y ahora iban a tener que responder.
—Pero además eran unos idiotas. No como vos —dijo después, cuando terminó de tragar, para luego sorber otro trago de leche.
—¿Y yo como soy? —quise saber.
—No sé… sos… —se puso el dedo índice en la barbilla, y se quedó unos segundos pensando en qué palabra utilizar—. Confiable. Eso. Sos confiable —dijo al fin—. Al principio, cuando mamá nos contó de tus problemas económicos pensé que podías ser un aprovechado. Pero después me di cuenta de que eras un tipo honesto. Simplemente que eras pobre. Pero eso no tiene nada de malo.
No pude evitar soltar una carcajada cuando terminó con su explicación.
—¿Y ...
... cómo fue que cambiaste de opinión? —pregunté, cuando me recuperé de la risa.
—Porque te vas todos los días a trabajar. Ahí me di cuenta de que no sos pobre por vago, sino porque no tuviste suerte. Pero quizás ahora la suerte te cambia. Qué se yo.
Me dio mucha ternura la manera simple, pero a la vez acertada, que tuvo de razonar. Sentí culpa de lo que había hecho la noche anterior, cuando mis manos se aventuraron a zonas que limitaban con lo prohibido de manera tan estrecha, que corrí el riesgo de que ella se percatara de mis perversas intenciones. La calentura por las otras dos me había nublado el juicio. Sami se había pegado a mí porque hacía mucho que no contaba con una figura paterna respetable. Tenía que tratar de tener en mente eso cada vez que estuviera a solas con ella.
—Sí, quizás ahora empiece a tener suerte. Digo, alguna vez me tenía que tocar ¿No? —dije.
No obstante, en el fondo, sabía que en lo sucesivo no iba a irme bien. Quizás me pegara el polvo de mi vida, eso sí. Pero la relación con Mariel no duraría mucho. En el mejor de los casos podría sostenerla durante un año, hasta que mi situación económica se estabilizara. Aunque si empezaba una relación con una de las chicas, todo pendería de un hilo. Pero, en fin, nadie me sacaría de la cabeza gozar con esas adolescente calientes. Además, la infidelidad de Mariel era en sí misma una señal de que las cosas no iban bien. Si en algo se diferencian los cuernos que realizamos los hombres a los que llevan a cabo ...