Ella y yo
Fecha: 06/08/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Caímos rendidos. Nuestros cuerpos estaban empapados en sudor y una sonrisa colmaba nuestras bocas. Delicioso. Pleno. Excitante. Perverso. Sublime.
Me recosté a su lado, besando su mejilla y tomé uno de sus pechos con mi mano. Es sumamente gratificante tocar el pecho de una mujer. No sé que nos hace mirarlos y tocarlos. Simplemente no podemos evitarlo. Y vaya que es hermoso.
Besaba de cuando en cuando su mejilla y su cuello mientras jugueteaba con su pezón. Los dos aún jadeábamos del esfuerzo que habíamos hecho momentos antes, pero estábamos felices. Le susurré al oído un “te amo” cuando apretaba fuertemente su pezón, haciéndola gemir un poco.
- Ya nos hacía falta amor – dije de después de un rato
- Vaya que sí, pero el día aún es joven – dijo pícaramente
- Esa es la actitud mi amor – respondí ante sus ganas y añadí dispuesto - ¿Otro?
Desde aquella vez en Veracruz, el sexo entre nosotros fue cada vez mejor. Desgraciadamente por diferentes circunstancias, al regresar a la Ciudad de México, no podíamos hacerlo. En mi casa ahora era imposible por diferentes razones y en la suya igual. Lo que nos obligó a recurrir a una costumbre que había olvidado: ir a hoteles.
Cuando me cambié de casa por necesidades familiares, mis opciones libertinas de sexo quedaron completamente bloqueadas. Así que recurrí a los hoteles y descubrí una nueva manera de disfrutar del sexo. Si bien, al principio me sentía tímido e inseguro, con el tiempo se hizo algo normal. También ...
... descubrí que en los hoteles no tienes que preocuparte de limpiar ni cubrir huellas de lo ocurrido por temor a que los padres inquirieran. También no había que reprimirse en gritos, jadeos o cualquier cosa que surja durante el acto, ni cuidarse de vecinos chismosos. En fin, la opción perfecta para una adolescente o joven que no cuenta con departamento propio.
Lo planeamos al llegar al D.F. Por alguna razón, los dos estábamos en extremo calientes y decidimos aguantar un poco, hasta ir a un hotel. Y platicando con ella, surgió la curiosidad por probar cosas nuevas para los dos.
Nos levantamos temprano un jueves y nos dirigimos al centro de la ciudad. Hacía un día normal y un poco frío para ser finales de verano. Como he dicho antes, soy un perverso incorregible. Tengo la mente muy sucia y la imaginación sexy. Al tener tanta confianza con ella, le expresé mis gustos y desviaciones; incluso la invité a leer mis experiencias. Lo tomó relativamente bien. Ella no era así, definitivamente. No era una masoquista, como prefiero a las mujeres en el sexo, pero era simplemente sublime. La amo con locura y pasión y jamás haría algo para dañarla.
Le hice saber que me encanta el sexo oral. Recibirlo y hacerlo. Amo cualquier cosa perversa. Y también, el placer adquirido del sexo anal. Por experiencia, se que la mayor parte de las mujeres son reticentes a probarlo; sin embargo, se con seguridad que la mayor parte de las mujeres que lo prueban (siempre y cuando se las cojan bien por ahí) se ...