Ella y yo
Fecha: 06/08/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... vuelven un poco adictas a la sensación. El truco está en excitarlas lo suficiente, hacerlo con cuidado las primeras veces, lubricarlo bien y dilatarlo un poco. Por lo que he leído, escuchado y experimentado, se que casi el 90% de las mujeres que lo prueba, les encanta y quieren repetirlo. Reitero, siempre y cuando se lo hagan bien. Porque hay cada bruto…
Así que nos dirigimos a una sex-shop para comprar lubricante y ver que más podíamos vislumbrar para nuestros encuentros. Cuando se lo comenté, no se mostró interesada, pero tampoco manifestó negativa. Su eterno “no se” imperaba en sus respuestas en relación al sexo. Habíamos quedado el día anterior y cuando la vi salir de su casa, de inmediato comencé a babear. Traía unos leggins negros que resaltaban sus piernas y culo, mientras que arriba tenía una blusa de cuello redondo sumamente escotada que dejaba ver un poco de sus bellos y pequeños pechos.
Sin más la tomé por las nalgas y la besé con calentura. Ella correspondió mi beso y agarró mi miembro, aún dormido, por encima del pantalón. La tomé de la mano y nos dirigimos a comprar “cosas”. El exhibicionismo también es un gusto adquirido y se lo transmití a ella. Al parecer, le gusta tanto como a mí y eso es bueno. Así que en el trayecto no parábamos de manosearnos, sin importar en dónde estuviéramos. Caminabamos agarrándonos el culo mutuamente y de vez en vez la agarraba las tetas o ella me frotaba con la mano el paquete. También ella aprovechaba cualquier ocasión ...
... para restregarme el culo… Amo que haga eso. Estábamos sumamente calientes.
Cuando llegamos al centro, después de un excitante y exhibido trayecto en el metro, deambulamos por diferentes tiendas, hasta decidir qué comprar. Vimos cosas muy interesantes y yo alcancé a vislumbrar algunas otras sobre las que había leído. Al final, para no hacer el cuento largo, compramos sólo dos cosas: un anillo vibrador para el pene y lubricante comestible.
Con prisa, nos dirigimos a un hotel y pedimos una habitación con jacuzzi. Nada más entrar, la desnudé. Extrañaba ver su cuerpo desnudo. Tenía la piel tersa y visiblemente suave. Sus pechos eran como dos pequeñas montañas y su mata de pelo me instaba a hundir mi cara entre sus piernas. Me desnudé rápidamente y, miré ansioso, su expresión, temiendo que aborreciera mi cuerpo. He engordado un poco debido a la vida laboral sedentaria. Pero no encontré repugnancia alguna en su visión de mi cuerpo; bien al contrario, su mirada no expresaba más que cariño y deseo. Debería haberlo sabido, pensé. Debería haber sabido que me querría igual.
Me senté en la cama con el rifle en ristre y la atraje hacia mí. Besé sus pechos, turgentes. Tan bellos y tan dispuestos a que yo los tocara. Besé su abdomen y respiré su olor. Mientras la abrazaba y besaba en mi posición, palpé su entre pierna. Estaba empapada. Sentía sus manos en mi cabeza, acariciando alternadamente mi cuello y mi espalda. Presa del deseo mordí ligeramente uno de sus pechos, me levanté y la ...