Ella y yo
Fecha: 06/08/2025,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... espalda y… ella se retuerce debajo de mi, lánguida y dócil. Lenta y suspirante, me abraza con sus piernas mientras arquea la espalda. Sus brazos descansan en la cama, que ahora es un campo de batalla. Una batalla feroz.
Envites y sacudidas estremecen nuestro lecho prestado. Poco a poco nuestros movimientos rítmicos se convierten en salvajes acometidas. Sus gritos colman el silencio, pero para mí es música. La música más bella que puede escuchar un hombre: gemidos de placer. Sus uñas se clavan en mi espalda mientras le grito “te amo”. Pero también yo hago música: suspiros, gemidos y noto el latido de nuestros corazones al unísono. Tomo sus caderas en un frenético contrapunto. Nuestro ritmo es como una canción silenciosa. Como un trueno repentino. Como el golpeteo de un tambor lejano y que hace un crescendo. Finalmente, y después de media hora, ella explota. Grita, pero yo aún sigo en pie de guerra.
No doy tregua y al poco rato, descargo en ella. En ese momento, la vi, tal y como era. Cálida y flexible. A su lado, cualquier diamante parecería una piedra para afilar. Sentí el impulso de tomar y apretar sus pechos, pero me detuve, pues no quería alterar una ...
... escena tan perfecta: estaba satisfecha. Valeria despegó los labios y suspiro, y el sonido que produjo fue como el arrullo de una paloma para mis oídos. Aquel suspiro hizo que valiera la pena estar vivo. La devoraba con los ojos y, aunque mi “compañero” ya no tuviera ganas de nada, mi mente seguía funcionando. Hermosa. Endiabladamente hermosa.
Entre todos los lugares que he visitado, entre todas las mujeres que he visto y he disfrutado, sólo un par de veces me han generado lo que ella. La dulzura de su aliento, la suavidad de sus senos. La tersura de su piel. Los gemidos apremiantes y rápidos escapaban por aquellos labios ávidos y tiernos como pétalos de rosa… Me tumbé, con los ojos cerrados y una sonrisa en el rostro, disfrutando de aquella tranquila languidez. Saboreé el momento; luego abrí los ojos y le besé en los labios con ternura. Era hermoso verla así, fatigada pero feliz. Contemplarla así, era como ver un cuadro de un incendio. Momentos antes, era el fuego mismo. Endiabladamente bella.
- Te amo – le dije
- Y yo a ti mi amor – me respondió entre gemidos
- Vámonos ya. Son las 8 de la noche – le dije mientras me levantaba poco a poco
- Ok