Bienvenido hombre
Fecha: 12/08/2025,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... estaba bien, quizás me hubiera sentido desilusionada si me pedía de ir a un hotel. Tengo claro que no le habría dicho que no pero se me antojaba como algo prosaico, casi vulgar y un tanto alejado de la realidad que yo pretendía vivir.
Pensaba en sus palabras referidas a que la vida se escapa sin que nos demos cuenta y nos quedan demasiadas cuentas pendientes sin que nos resolvamos a saldarlas o por lo menos a intentar saldarlas y, por lo pronto estaba decidida a intentar lo que fuera con mi “ex amigo” hoy descubierto hombre, aunque los miedos se “floreaban” y parecían burlarse.
Mañana se vería de qué manera se los enfrentaba, hoy el tiempo parecía ser sólo de los dos. Él giro su cuerpo para llamar al mozo y cuando se aprestaba a pedir el consabido café que ponía un punto final a la cena y a los momentos en ese lugar, me adelanté y le solicité que nos trajera la cuenta, “el café te lo preparo yo en mi casa” le dije y sonrió satisfecho.
“Comenzaba a creer que no lo ibas a decir nunca, sin embargo te tengo que decir algo muy importante”, así me dijo y la pausa que le siguió a sus palabras se me hizo infinita. ¿Qué fue lo que pensé en ese instante?, no lo quiero recordar, tampoco alcanzarían las hojas para transcribirlo. ¿Cómo se hace para explicar que con un par de palabras estuve a punto de tener un orgasmo con el que no contaba ni esperaba?
Luego prosiguió, “me haches sentir tan hombre que, si traspongo las puertas de tu casa, voy a pretender algo más que un ...
... café”, esto me lo dijo mientras apoyaba una mano en el costado de mi cuello y me daba un ligero beso en los labios, entonces me solté, “con vos me estoy descubriendo muy mujer y lo más probable es que no te deje salir”. El camarero cohibió mis ganas de comerle la boca.
Llegamos rápido y el primer beso en el interior de mi casa me dejó sin aliento, ¿el café?, bien gracias, ¿quién recordaba el café en esos momentos? Las urgencias parecieron desatarse pero la experiencia no es en vano y él se tomó todos los tiempos para repetir los besos.
Cada roce, caricia, apretón y cada beso era un estremecimiento distinto, cada tramo de mi piel fue descubierto casi sin que me percatara y, sin pruritos ni remilgos, por primera vez un hombre me hizo sentir hermosa en mi desnudez. Todo era placer y goce, sus manos y labios no descansaban en su lento y profundo recorrido entonces supe que mi entrega necesitaba también de mis respuestas y me aboqué a conseguir el placer que él merecía.
Entendí aquello que él alguna vez me había dicho, “si yo pudiera acariciarte, mis manos resultarían pocas para tratar de darte placer”, aquella vez casi que me había ofendido por su afirmación y hoy notaba con un poco de desilusión que mis dos manos no alcanzaban para recorrer su piel.
Mi boca descendía por su pecho, pubis y al llegar a su entrepierna su mástil erguido me recibió expectante. Mi apuro, la excitación y lo “oxidado” de mi práctica me provocó un arcada pero eso no me amilanó, máxime cuando giró ...