Deseos y reproches
Fecha: 12/08/2025,
Categorías:
Intercambios
Autor: Gargola, Fuente: CuentoRelatos
... actitud? —le preguntó en voz baja incorporándose en la cama.
—¡Vámonos, —replicó con el mismo volumen de voz.
Jorge y Tamara se miraron intuyendo que la pareja tenía sus discrepancias al respecto, pero ninguno de los dos quiso intervenir en sus problemas.
Ángela se vistió y Carlos hizo lo propio, a continuación cogió su bolso y se despidió de la pareja dándoles un beso a cada uno, seguidamente Carlos le dio también un beso a Tamara y la mano a Jorge en una situación, hasta cierto punto cómica, puesto que Jorge seguía desnudo. Mientras le daba un ligero apretón de manos de despedida, de forma inconsciente le miró de refilón la polla a media molla, de modo que tuvo más motivos para odiarlo, aun así se tragó su orgullo y se despidió de la forma más cordial que le fue posible.
Intentó alcanzar a Ángela, pero ella enfiló las escaleras, después cruzó con premura la sala y salió del local.
—¿Puedes esperarme? —le reprendió Carlos cogiéndola del hombro. Ella se dio la vuelta en un arrebato.
—Hemos quedado como dos imbéciles maleducados que no saben lo que quieren, —se quejó ella.
—Tú sí que sabías lo que querías, —replicó.
—Los dos sabíamos a lo que íbamos ¿o no? —alegó ella.
—Sabes que nunca quise hacer esto y que lo hice por ti.
—¿Para qué lo hiciste entonces, para reprochármelo? ...
... Podrías al menos haber sido un poco más educado con Jorge y con Tamara.
—¿Tan educado como tú? —le preguntó con segundas.
—Me has hecho quedar como una idiota delante de ellos, —protestó.
—Por lo menos has tenido el relleno de culo que tanto deseabas.
—¡Vaya! ¿Así que se trata de eso? ¿de que me la ha metido en el culo? Tú nunca has querido, ¿de qué te quejas? —argumentó.
—Claro, y como yo no quería buscabas tu oportunidad.
—No tienes ningún derecho a decirme eso, —le recriminó.
—Tengo todo el derecho del mundo a hacerlo. Eres mi mujer y no tenía ningún interés en compartirte con nadie, y mucho menos con un tío pegado a una polla.
—Entonces es un problema de tamaño…
—No, no lo es. Es un tema de principios, y en los míos no entraba este despropósito.
—Deberías haberme hablado de principios cuando estabas embistiendo por detrás a Tamara.
—¿Qué tenía que hacer, sentarme en el sillón y ver como te empalaba un semental mientras su mujer te come el coño?
—Pensaba que eras más abierto de mente.
—No soy tan abierto de mente como tú de piernas, —señaló para inmediatamente arrepentirse de sus palabras.
Ángela lo miró con displicencia, levantó la mano y llamó a un taxi que en ese momento pasaba por la calle, abrió la puerta del vehículo, entró y el coche desapareció entre el tráfico.