1. Con las manos en... el juguete


    Fecha: 28/08/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Orpherius, Fuente: CuentoRelatos

    ... estado haciendo durante la noche con el juguete, estando yo a unos metros, y que se haya desnudado del todo para estar más cómoda mientras jugaba, sino también saber que ha estado hurgando en mis cajones hasta dar con lo que «iba buscando». Me pone a mil.
    
    Yo sigo de pie, junto a su cama, con una tremenda erección que deforma y moja mis calzoncillos, y con el dildo que, caliente aún, momentos antes estaba dentro de su vagina. Me llega levemente el olor que lo impregna. Tengo unas ganas irresistibles de masturbarme y aliviarme. Desearía sacarme ahora mismo la polla delante de ella, hacerla brotar y observar todos y cada uno de los gestos de su cara. Estoy que exploto. Tengo que terminar con esto, pero no sé cómo. Me acerco a ella, al cabecero de la cama, con el juguete húmedo en la mano, haciéndolo girar frente a su cara, tratando de martirizarla, y le digo, en el tono más «severo» que puedo adoptar:
    
    ―Pues bien, me parece muy bien, muy bonito ―y observo por última vez el dildo, sujetándolo con los dedos, alzándolo más arriba de la altura de mi cara, como examinando una prueba criminal. Y lo hago así con una clara intención: quiero tener mi mirada visiblemente «ocupada», lejos de la suya, de modo que se sienta libre para poder observar, sin que se vea intimidada, mi pene tieso, pujante y húmedo bajo mis calzoncillos. Y cuán grande no es mi sorpresa cuando logro atisbar, con un fugaz golpe de ojos, que ella, fingiendo atusarse el pelo, retirándolo de su cara y girando la ...
    ... cabeza, aprovecha para deleitarse echando una mirada provechosa a mi pene lacrimoso. Esta vez sí la he «pillado mirando», y una descarga de excitación me recorre el cuerpo. Finalmente, agrego:
    
    ―Pues nada, lo dejaré donde lo encontré, ¿te parece bien?
    
    ―Haz lo que quieras ―me responde desdeñosa, sin retirar la celosía que protege su mirada―, yo no sé nada y no he hecho nada.
    
    Y diciendo esto, vuelvo a poner mi mano en su rodilla, tiro de ella para abrirme hueco y dejar su vulva expuesta, y llevo la punta del consolador a la entrada. Hurgo con el glande la zona carnosa y húmeda y lo introduzco despacio. Ella sigue mis movimientos a través de los huecos de sus dedos. Una vez dentro, no puedo resistirme y lo vuelvo a sacar casi por completo, para volver a introducirlo. Tras repetirlo varias veces, y ver cómo ella respira agitada, lo dejo dentro tal como lo encontré. No puedo aguantarme más, así que cierro sus piernas flexionadas y las cubro con la sábana. Me giro y camino despacio hacia la puerta. Una vez en el umbral, me doy la vuelta, exponiendo por última vez a su mirada la prueba de mi excitación, y le digo:
    
    ―Bueno, pues ahí te dejo haciendo «nada» ―le digo remarcando la última palabra―. Cuando acabes, deja el juguetito sobre mi mesa de noche. Se habrá debido caer y se te habrá metido «ahí» por accidente.
    
    Me dirijo a la cocina, cojo dos servilletas y regreso a mi cuarto. Me tiendo sobre la cama, me quito los slips, quedándome en pelotas, y empiezo a hacerme un ...
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